20.12.11

Desde siempre y para siempre

Escribir es, un poco, buscar lo imposible. El hombre desde sus comienzos ha querido encontrar la fórmula de la vida eterna. Se ha refugiado en mitos como el de la piedra filosofal, en los alquimistas, en historias fabulosas. 
Bien sabemos que nacemos para morir. Y puede que esta afirmación tenga un dejo de existencialismo, pero esa es la realidad y negarla es tan solo querer postergar lo inevitable. De todas maneras, no creo que por esto se deba vivir una vida vacía, ¿no? Además, el hombre es el único animal que sabe que va a morir, y eso nos hace especiales y por eso, justamente, debemos aprovechar la vida. Sabemos que algún día moriremos, con la esperanza de que cuando sea tengamos muchas arrugas en la cara y nos estemos yendo a dormir una tarde de invierno. O, en todo caso, cruzamos la calle con cuidado, vamos al médico, nos cuidamos. Los demás animales no lo hacen. La muerte les llega de imprevisto y ni siquiera les da el tiempo para pensarlo, para meditar en qué es lo que pasó. Ni siquiera se toman el tiempo de reflexionar sobre qué significa la muerte en sí; la misteriosa desaparición del mundo de otro ser que hasta hace segundos convivía con ellos. Es magia, la vida es magia, porque es un cuerpo que habla, que siente, que puede provocar un cambio en los demás, que deja de ser, deja de existir sin más. A mí personalmente no me da la vida para entenderlo y creo que ni aunque viviera eternamente podría hacerlo. Es que, como dijo Sergio Sinay, la muerte no se supera. Es simplemente algo con lo que se aprende a vivir. 
No se, para mi escribir es buscar lo imposible porque es tener ese deseo de que nuestros pensamientos, nuestras letras unidas como hilos formando palabras en una oración de un párrafo sean parte de un libro que sea abierto hasta el fin de los tiempos y cambie la vida de las personas. O al menos eso es lo que me pasa a mí cada vez que empiezo a leer algo. Siento que me cambia la vida, y es porque quien sea que escribió el libro, en el fondo sabría que aunque sea a una persona en este mundo le interesa lo que produjo. Escribir es buscar lo imposible porque es querer la inmortalidad. 

12.11.11

Es esa inexplicable felicidad

Se movía por entre las masas con una gracia inexplicable, con una seguridad abrumadora. Su pelo largo hasta la cintura iba de izquierda a derecha, y con cada esquina se movía un poco más hacia alguno de los lados. En sus manos cargaba unas bolsas grandes, cuadradas y blancas, con un contenido misterioso, pero podía ver por la marca de sus venas en los brazos que le pesaban bastante.
Le pude ver la cara en un semáforo, cuando me puse a la misma altura que ella. Fue su perfil, en realidad. Una nariz angulosa, perfecta, unas pestañas largas, unos labios raros, grandes, bellos. Creo que lo que más me atrajo fue su vestido de flores. Junto con su caminar pausado, la hacían parecer venida de otro tiempo, de otra época. Tal vez no muy lejana, pero ciertamente no del 2011, no de Buenos Aires capital federal. Desde que me la crucé en una esquina y ví que caminábamos hacia el mismo lado, no pude sacarle los ojos de encima. La mayor parte del tiempo la observé de espaldas, pero podía sentir que en su rostro había una mueca de sonrisa imborrable. 
Durante esos quince minutos que anduvimos por el mismo camino, jugué a imaginarme su vida, pensé en qué le podía decir para verle la cara de frente. Quería saber en qué pensaba, si me había visto, qué le gustaba hacer, si era feliz con su vida, lo que fuera. Me inundaron las sensaciones y  me ilusioné con creer que alguien como ella podría dirigirme la palabra, siquiera mirarme. Claro, yo no acostumbraba a hablar con la gente. Para mí no existía mejor compañía que la lectura. 
Me pregunté qué era lo que la hacía tan feliz. ¿Tendría novio? ¿Era su cumpleaños? Me volví loco imaginando mil y un  razones por las cuales se podía mover con tanta belleza, por qué sería que cada parte de su cuerpo emanaba euforia. 
Sin embargo, había algo que me resultaba familiar. Era algo en su actitud, en su semblante. Pero no podía descifrar qué era. 
Hasta que le sonó el teléfono. Entonces escuché su voz, mágica y tranquilizante, grave pero clara, suave. “Ya estoy en camino. Sí, vengo de la librería. Creo que me fundí de la cantidad de libros que compré” Acto seguido, se rió. No pude evitar sonreír.
¡Cómo no me había dado cuenta! Yo lo sabía mejor que nadie, entendía perfectamente ese sentimiento de felicidad. 
Era el éxtasis de comprar libros nuevos. 

25.10.11

Pienso, luego escribo

Yo, personalmente, escribo porque no me queda opción. No me acuerdo quién había dicho que es al mismo tiempo un placer y una carga, y yo estoy de acuerdo, porque así como ciertas personas tienen arrebatos de inspiración y necesitan agarrar una brocha y dar pinceladas a un lienzo, yo preciso tener un teclado en el que presionar mis dedos, o una hoja sobre la que marcar con el lápiz. Es una carga, porque muchas veces me pasó de querer ponerme a escribir por estar abrumada de sentimientos, de ideas, de tormentas internas que necesitaban irse. Además, hay que escapar un poco de la realidad.
Me gusta la ficción pero me fascina aún más la verdad escondida entre líneas. Me divierte leer palabras sueltas que no tienen sentido pero que al unirlas te pueden cambiar la vida. Me da curiosidad escribir fantasías con la ilusión de que algún día se cumplan. Me lanzo a escribir porque muchas veces siento que es la única forma que tengo de dejar mi huella en el mundo. Escribo porque ante la adversidad, es la única certeza de felicidad que tengo.
Escribo porque así ordeno mis ideas. Poner los pensamientos en palabras es encontrar la forma de comunicar bien, y para poder comunicar bien tenemos que saber perfectamente qué es lo que queremos decir. Escribo porque me ayuda a ser un poquito más coherente en este mundo tan incoherente.
Sartre dijo una vez algo así como que una ocurrencia no puede ser una aventura a no ser que alguien la cuente. Acá estoy también para documentar mi vida, para retratar lo más vivamente esos atisbos de felicidad que tenemos, o esos momentos de ahogo, de desesperación o de pena. 
De no hacerlo, sería mil veces más difícil levantarme después de una caída. Mi vida no tendría ni la mitad de sentido que tiene ahora, porque ¿para qué existen tantas palabras si no es para usarlas? Me descargo y cuando me llevo una desilusión con alguien o conmigo misma escribo para no perder la cordura. Cuando alguien me hace enojar al borde de llanto, en lugar de dejar correr las lágrimas, dejo fluir la pluma. Escribo porque me ayuda a superarme día a día. Escribo porque es la forma que tengo de superar los obstáculos. Escribo porque gracias a eso puedo saber quién soy. 

23.10.11

Para vos, jovencito

Reunión en familia para presenciar en vivo y en directo otra elección nacional. Quieren ser testigos fieles de la democracia que una vez más nos toca vivir. En uno de los tantos silencios, un jovencito pregunta lo que nadie está dispuesto a responder: “¿por qué será que ella gana, si nadie la quiere?”
Entonces comienzan a funcionar los engranajes en todos los que están presentes en la reunión. Hay que buscar una respuesta que lo satisfaga.
La realidad es, querido joven adentrándote ingenuamente en la actualidad, que en un país como lo es la Argentina, nadie es todos. Que nadie la quiera, significa que más de la mitad la vote. Porque seamos realistas, creemos ser todos cuando en realidad somos una minoría bastante obvia. 
No hay mucho que hacer. Nos consideramos afortunados y en parte lo somos, pero debemos aceptar que nuestros intereses no suelen coincidir con los del resto del país. 
El conflicto acá pasa por que si queremos estudiar para llegar a un puesto de trabajo importante, para gobernar, para ser buenos ciudadanos… ¿cómo se supone que lo vamos a hacer sin caer en la oscuridad en el camino? Porque, admitámoslo, los hombres más rectos de este país fueron siempre los menos valorados. Los que tuvieron menos posibilidades de llegar a la cima. En cambio, quienes se adentraron en las ramas más tenebrosas y corruptas de la política, fueron los que tuvieron brazos de los que colgarse. De a poco, progresivamente, llegaron y se mantuvieron en el poder. 
¿Cuál es la solución entonces? No lo sé, jovencito… no lo sé. Perdón por no saber satisfacer tu sed de respuestas. Sin embargo, yo creo en un futuro más claro. Y es por eso que espero que tal vez algún día me lo sepas decir vos.

25.9.11

Serendipity- Necrológica

Jonathan Trager, prominent television producer for ESPN, died last night from complications of losing his soul mate and his fiancee. He was 35 years old. Soft-spoken and obsessive, Trager never looked the part of a hopeless romantic. But, in the final days of his life, he revealed an unknown side of his psyche. This hidden quasi-Jungian persona surfaced during the Agatha Christie-like pursuit of his long reputed soul mate, a woman whom he only spent a few precious hours with. Sadly, the protracted search ended late Saturday night in complete and utter failure. Yet even in certain defeat, the courageous Trager secretly clung to the belief that life is not merely a series of meaningless accidents or coincidences. Uh-uh. But rather, its a tapestry of events that culminate in an exquisite, sublime plan. Asked about the loss of his dear friend, Dean Kansky, the Pulitzer Prize-winning author and executive editor of the New York Times, described Jonathan as a changed man in the last days of his life. "Things were clearer for him," Kansky noted. Ultimately Jonathan concluded that if we are to live life in harmony with the universe, we must all possess a powerful faith in what the ancients used to call "fatum", what we currently refer to as destiny.

19.9.11

El futuro llegó hace rato

Hay algo fascinante en las ventanas y lo que se asoma debajo de ellas. Tal vez sea la velocidad coreográfica de los autos, o el andar cansino de los peatones… pero hay algo intrínseco entre todo ello que hace que no podamos sacar la vista. 
En las plazas pasa lo mismo, son mil y un historias que se entremezclan, que por unas horas son una sola. Una de esas era la suya, pero quién iba a saberlo, si cada persona es un mundo.
En una situación como esa, lo peor es el silencio. Ella no soportaba que hubiera hiatos en la conversación. Era casi un absurdo, que entre tantos niños y tanta vida estuviera muriendo algo tan grande. El sol apenas tocaba las piedras. 
Era más que nada observar a quienes pasaban por los costados. Inventar historias, recordar la niñez, imaginar el futuro. Cada tanto coincidían con una risa, pero la mayor parte de los minutos pasaban en silencio, cada uno ahogado en sus propios pensamientos. De cuando en cuando se les escapaban de la boca palabras sinceras, palabras que dolían de decirlas y palabras que también dolían de escucharlas. Pero ambos sabían que era para mejor. 
Y cada vez que soltaban algo, sentían que una parte de ellos se les escapaba. Entraban un poco en pánico, por miedo a no estar haciendo lo correcto. Pero después se miraban a los ojos y no se veían más. Entonces lo confirmaban. Y se les escapaba otro pedazo de su alma.
El sol llegó a las piedras y el frío de la inmovilidad amenazaba con tocarlos. Ella movía los dedos impacientemente en una percusión casi sorda, y él se rascaba las orejas. Ambos sentían y sabían lo que estaba pasando; pero era su deber permanecer por un rato en una nebulosa. Darse unos últimos instantes.
A lo lejos se escuchaban ladridos de perros y gritos de niños. 
MANOS ARRIBA. COMPAÑÍA.
-Es Piñón Fijo el verdadero?
PUÑOS CERRADOS! BRAZOS EXTENDIDOS!!!!
Se rieron juntos en silencio. 
Y CHUCHUACHUCHUACHUCHUUAUAUAUA
Era absurdo. Y sin embargo ahí estaban. Hasta que alguno se animó a levantarse. Y se fueron. Y se terminó.

5.9.11

Basta de mentiras


        Eso que anda seriamente mal con el mundo es tan grande que no hay forma de cambiarlo. O ni siquiera cambiarlo, no hay forma ni de verlo. 
Podemos ir a ejemplos concretos y conocidos públicamente, como lo que le pasó a Candela y lo que pasa todos los días por las calles, los cortes, los choques, las manifestaciones… pero también podemos mirar a quienes nos rodean, con quienes hablamos todo el tiempo, para entender que es algo que trasciende al concepto de inseguridad, de pobreza, de corrupción o de falta de educación. Es un motor en el interior de todos los seres humanos que está funcionando constantemente en modo piloto automático, y cuando decidimos encenderlo puede causar lo mismo que una bomba atómica. No hace falta leer los diarios para ver lo mal que está el mundo. Pensemos en la cantidad de veces por día que tratamos mal a alguien. 
Pensemos en todas las veces que sin proponérnoslo tenemos pensamientos egoístas, arrebatos de furia… en todas las veces que lastimamos a alguien y no somos ni capaces de darnos cuenta. 
El problema con el mundo es que cada ser humano por si solo es un potencial destructor, porque hay algo en nuestra alma que no tiene explicación racional, algo que hace que hagamos todo lo que hacemos.
Me han dicho muchas cosas, me han mentido descaradamente y me han tratado como a una niña. Ninguna respuesta me convenció, nunca. 
¿Cuál es el origen de tanta maldad? A quien sepa explicármelo- desde ya se lo digo- le prometo mi humilde bondad.

4.9.11

Sin Disfraz


Anoche me pasó algo muy raro, porque viajé pero sin hacer uso de ningún tipo de estupefacientes. No se porqué sigo tratando de convencerme de que soy una persona que puede disfrutar de una noche en la que todos los que me rodean están ebrios; todos dicen boludeces y creen que yo estoy en la misma, y que voy a digerir las cosas que me plantean con su ilógica retorcida. No se porqué sigo yendo a lugares así, creyendo que alguna noche va a pasar algo mágico y me va a quedar un buen recuerdo. ¿Acaso no entiendo que los hombres en ese estado no son una opción? Después se olvidan, o se hacen los que se olvidan. Todo sea por el alcohol.
Pero resulta ser que en un instante de melancolía me eché a andar sola por las calles, mirando un poco el cielo para encontrar respuestas, pero sin encontrarlas… 
Hace poco me explicaron que la clave de la filosofía está en saber preguntar, no saber responder. Supongo que soy buena filósofa, porque por día, por minuto, y por noche y en especial ESA noche se me vinieron a la cabeza millones de buenas preguntas que verdaderamente no se contestar de ninguna forma. 
Es gracioso, porque me vuelvo mi peor pesadilla. Todo lo que me molesta de alguien lo termino pensando yo, me maquino y me vuelvo cada vez más loca con cada segundo que pasa. 
Anoche me dí cuenta de que algo anda medio mal conmigo… o algo anda seriamente mal con el mundo. 

22.8.11

Para no olvidar

La locura es un virus contagioso. Es irónico, porque decís que no vas a tomar más y entonces te llega en bandeja un fin de semana con 60 cervezas para una cantidad mucho menor de personas con la capacidad de absorberla y es así es como terminás un sábado a las 3 de la mañana con una máscara de bruja bailando flogger. Sino pregúntenle a Tuli. 
Creo que lo más gracioso de todo es que el domingo fue el día del niño, y para honrar tal festejo del cual ya no deberíamos ser parte, de manera espontánea nos juntamos en las canchas de golf y terminamos siete personas con resaca jugando al relojito con la bandera del green. Buena ironía. 
Después de unas cuantas rondas de Splendid, y birra va birra viene, rompen la silla. No le sacan una parte ni dos ni tres… le sacan cuatro. Y todo es tan confuso que estamos en la casa de Gran Hermano y echan al culpable, pero después vuelve, y pide perdón y es todo risas otra vez. Hasta que un fantasma empieza a dar vuelta los sillones del living, y las mesas del comedor, y una boluda en pedo se pone a llorar porque les tiene miedo a los espíritus. El dueño de casa sabe que lo están pelotudeando, y pide al responsable de tales actos de vandalismo que vaya al frente y diga la verdad. Pero nadie confiesa. Nunca nadie confesó. A la quinta vez que el sillón aparece dado vuelta ya no es más risas, ni llantos, porque la boluda finalmente se dio cuenta que los fantasmas no tienen ganas de ir a joder a una casa con 15 pendejos borrachos. Nadie les prestaría atención. Pero después otra borracha caliente se pone a hacer sonidos un tanto subidos de tono, y por unos segundos todos se callan para escucharla. Obvio. 
Es cualquier cosa, ya llega un punto en el que se mezclan las dos noches y los días y vas al baño y hay alguien durmiendo en el piso. Después entras a la cocina y te reciben con unos cantos judíos. Se ve que es un nuevo ritual. Y nadie lo cuestiona. O todos están muy ebrios, porque cuando abrís la puerta y todos te meten en la ronda y te cantan “jaba ajira haba” y vos los seguís con una sonrisa en la cara… bueno, digamos que llevamos la palabra “bizarro” a un nuevo nivel. 
La locura es, definitivamente, un virus contagioso. Y estamos todos infectados.

19.8.11

..

Son realmente revoltosas, inquietas, me molestan tanto que no quiero ni tenerlas. Aparecen en los momentos menos pensados; realmente inoportunas. Encima vienen y se van, se me escapan de las manos.
Alguna que otra vez logro retener una y entonces esta se queda conmigo, pero las demás se me siguen escapando incansablemente. La mayoría de las veces son tan rápidas que apenas desaparecen me las olvido.

Menos mal que existen el lápiz y el papel, sino mis ideas no serían ideas. No se ni qué serían.

11.8.11

AB Aeterno


Siempre era igual, la relación no tenía ni principio ni final. No sabían cómo pero se encontraban conectados telepáticamente, físicamente, mentalmente, en todo sentido posible. Y no podían tener suficiente el uno del otro. No solamente pensaban igual, tenían el mismo humor… hasta decían las mismas palabras al mismo tiempo. Cuando estaban juntos se sentían plenos. 
Pero en el fondo sabían que se hacían mal. Sabían que son los opuestos los que se atraen, no los idénticos. Y así como ellos se atraían como una única excepción a la regla, también se rechazaban mutuamente. Eran como dos imanes, solo que ambos tenían el mismo polo. Llegaban a cierta distancia y luego se repelían. Era un ciclo constante, sin fin. Porque se separaban por un tiempo, pero los dos sabían perfectamente que era porque necesitaban un recreo de tanta intensidad. Sabían que a los dos meses iban a estar en la misma situación de antes.
Hasta que se quebró algo adentro de alguno de los dos. Se dio cuenta que su atracción no era tan fuerte, o al menos no quería que fuera así. Se dio cuenta que lo lastimaba, porque la incertidumbre era tal que hiciera lo que hiciera, nunca más iba a sentirse segura.  
De la noche a la mañana dejaron de hablar.
-Estás rarísima y estoy harto de que sea siempre así
-Bueno, chau
-Pero, qué te pasa?
Ella nunca le contestó. Se fue sin más. Él siguió su camino, uno desconocido para ella.
Cada tanto quieren volver a conectarse, a sentirse unidos nuevamente. Ambos saben que si se encuentran, si se quedan juntos, nunca mas en la vida van a estar solos. Pero hay algo que los frena cada vez.  Y es porque en el fondo saben qué va a pasar cuando se vuelvan a encontrar, aunque les duela admitirlo. Quieren cambiar el final de una historia que se repite una y otra vez, y que no es posible cambiar. Ya lo intentaron un millón de veces. 
Una excusa puede funcionar noventa y nueve veces. Pero en la que hace al ciento produce la catástrofe. Y así fue. Finalmente abrieron los ojos, aunque se arrepientan de que así haya sido. Aunque se arrepientan de ver las cosas con más claridad. Supongo que será para mejor... desde siempre y para siempre.

10.8.11

Jardín de Gente

En uno de esos arrebatos de inspiración intelectual que suelen agarrarme, me ilumino, se me abre un túnel en la mente. Generalmente me ocurren en los momentos menos oportunos, así que heme aquí escribiendo con la toalla en la cabeza recién salida de la ducha.
Voy a hacer una declaración bastante fuerte, y ya se que todos tienen algo para contradecirme porque está en la condición humana querer discutir todo. Pero lo que pienso es que no hay gente mala.
Con esta teoría se explican muchas formas de comportamiento aparentemente sin sentido. Existen quienes actúan por propio beneficio, podríamos llamarlos pragmáticos. También están los que fueron lastimados. O los que son necios. Los que no piensan. Los que no tienen ganas de pensar.
Así que por unos minutos decido hacerme la santa y decir que las personas no son malas. Son simplemente boludas. Y me incluyo.

26.7.11

Sola y en paz

Una sequía interminable parece extenderse por mi cerebro, desde la médula, por cada ramificación del cerebro, saliendo por los poros de la cabeza, hasta la punta de la frente. Es un desierto eterno, arena y medanos al norte, al sur, al este y al oeste... Más que el calor, es el absurdo de la nada que te rodea. Absolutamente nada que valga la pena mirar.
Cuando estoy sola y en paz, en eso se convierte mi parte creativa. En un desierto. 


Esto me lleva a la inevitable conclusión de que todo no se puede. O si?

4.7.11

Dicen que la distancia

Le tengo un poco de miedo al tiempo, pero por lo que pueda llegar a hacer con las personas. Se me vienen recuerdos a la cabeza, recuerdos de una infancia feliz y despreocupada. Despertarme a la mañana, ir a la playa, juntar caracoles, buscar pulpos, el nerviosismo de ver al hermano de mi amiga. Y mi amiga, qué amiga. Nos conocimos de la forma más aleatoria que puede existir, por una de esas casualidades de la vida; ella iba caminando y mi abuela las frenó a ella y a su mamá, yo bordó de la vergüenza porque no quería saber nada con hablar con gente desconocida. Siempre tan buena onda. Y ella que desde el principio tuvo la confianza para abrirse conmigo, y de a poco me fue ganando, porque su bondad no tiene nombre y su felicidad se le notaba en la cara, día a día. La extraño porque pensar en ella me hace acordarme de momentos lindos, momentos de una infancia que ya no puedo recuperar y que por mas que quisiera imitar, nunca podría igualar. Podría volver a las playas de Las Grutas y podría volver a ir a comer al Club Playa Serena, pero ya no sería lo mismo, porque crecimos, y porque el tiempo nos robó la inocencia. 
Son sentimientos encontrados, encontradísimos; porque me gustaría revivirlo todo desde el aquí y ahora, pero  me pregunto cómo sería todo, si habrá cambiado, si yo habré cambiado, si los lugares siguen iguales... se me vienen a la cabeza las desilusiones con respecto a los tamaños "me lo acordaba más grande", ir a esa casa en la esquina con ese jardín, y también acordarme de Luna, correteando por ahí teniendo tan solo unos pocos años.
Fueron cinco veranos que pasé en esas playas, y fueron cinco veranos únicos e irrepetibles- frase trillada- que quedaron guardados en el cajón de oro de mi memoria. El tiempo, sin embargo, es lo que me frena, cada día un poco más. Me alejo progresivamente de esa realidad, que ya parece un sueño. 
No quiero caer en desilusiones, no quiero empezar a notar las arrugas en la piel de los que me rodean. No le tengo miedo a la muerte, pero tampoco me agrada que los que quiero o quise alguna vez se estén acercando a ella. Sergio Sinay dijo que nuestros seres queridos son préstamos que Dios nos hace en vida, que el dolor por la pérdida nunca se supera... es algo con lo que se aprende a vivir. 
En este caso no hablo de muertes, pero sí de separaciones- si es que se pueden llamar pérdidas. Todavía sufro no poder pasar tiempo con mi amiga de la infancia, y por eso maldigo al tiempo. Pero así como se lleva mucho, deja un poco. Y entre eso que deja rescato los recuerdos...porque mientras que estos existan, nuestra amistad va a ser eterna. Feliz cumpleaños.

3.7.11

Buenos Aires Ciudad II

Qué pena que siento por aquellos que tienen ojos y siguen ciegos ante tanta belleza; cómo me lastima el corazón que vivan sin vivir rodeados de razones para ser felices, pero quejándose y malgastando el tiempo por todo lo que no es tan bueno.
Este país tiene tantas cosas buenas... Solo hay que saber encontrarlas. Qué podemos decir de Jorge Luis Borges, de Julio Cortázar, de Adolfo Bioy Casares, de Silvina Ocampo, de ganadores de premios nobel... y puedo seguir. La cordillera de Los Andes, las cataratas del Iguazú, los esteros del Iberá, las sierras de Córdoba, el norte, el sur, los glaciares, los paisajes paradisíacos, la ciudad de Buenos Aires con su crisol de culturas, influencias francesas, inglesas, estadounidenses, italianas, alemanas, pero que forman a una ciudad única, una ciudad que se asemeja a Nueva York por ser un lío perfecto, si es que el oximoron es válido...
Una historia tan rica, tan llena de acontecimientos, tantos próceres, José de San Martín, importante no solo acá sino también en todo latinoamerica. Domingo Sarmiento, ¿sabían que hay una estatua suya en Massachusetts?
Ni hablar de la cultura tradicional, la gauchesca, los mates... Caminar por El Caminito y sentir la emoción del pasado, el encanto de la época colonial. Qué pasado tan interesante, qué pasado tan extraordinario.
Ya se que hay manifestaciones todos los días, paros, robos, descontrol, pero hay que aprender a ver el macro de las cosas, hay que abrir un poco más los ojos y encontrar la belleza a la vuelta de la esquina.

Yo tengo millones de razones para estar orgullosa del país en que vivo. Quienes no las tengan, pobres de ellos, porque cada día será un martirio. Para mí, cada día en que habito el suelo argentino es uno más de felicidad, porque sé que Dios me puso en el lugar correcto.

29.6.11

On the silent wings of writing

Ciertos días me vienen arrebatos de inspiración y siento que hasta que no escriba no voy a poder hacer nada más. Es difícil de explicar, y como ya dije, quizás quienes también escriban me entiendan mejor, pero es que escribir no es algo que pueda forzarse. 
Cuando escucho canciones con letras inexplicablemente buenas tengo alucinaciones y quiero componer, pero después me acuerdo que no se tocar la guitarra, no se tocar el piano, no se tocar ningún instrumento que sea merecedor de acompañar a una buena letra- digo esto porque la flauta dulce no me parece válida.
Después sigo con el empeño en escribir al menos algo para que después alguien le ponga música; pero al final no me queda opción más que reconocer que no tengo talento para la literatura en versos. 
Entonces me abstengo a la prosa, de cualquier tipo. Solía pensar en situaciones imaginarias, generalmente un tanto trágicas, pero después aprendí que no hay mejor forma de ensayar que haciéndolo desde lo propio. Esto lo digo porque canalizar todo lo que me pasa mediante el simple hecho de pulsar los dedos sobre el teclado me tranquiliza. Y no es un decir, porque realmente lo hace. Aunque tenga un millón de conocimientos metidos a la fuerza en la cabeza, cuando escribo es como si encontrara nuevos rincones en los que retener la información. Lo más sorprendente es que escribo de lo que sea, como me está pasando ahora, que estoy escribiendo de escribir pero en el fondo no estoy escribiendo de nada en particular. Repito: es el simple hecho de dejar fluir mis pensamientos libremente, y a medida que se van formando, ir plasmándolos.
Pero como bien dije al principio, son tan solo arrebatos. Los tiempos no son manipulables, llegan y terminan solos. Y así como hace unos minutos vino la inspiración divina, se acaba de ir. 

27.6.11

Waiting for God.

Siempre tenemos un motor encendido en el fondo de nuestras almas que nos impulsa a seguir adelante. Ante las adversidades, ante el dolor y ante el trabajo duro, siempre existe en contraposición un objetivo a alcanzar.
El mio comienza el día 16 de julio, cuando vea el amanecer por entre las palmeras y sienta ese calor que te pega la ropa a la piel. Es ese calor que te hace odiar pero amar el verano. Después, espero el momento en que piso la alfombra mullida, me arrastro hasta la cama, y agradezco por finalmente estar ahí.
Pasados los primeros momentos, llega lo mejor: caminar por ese suelo resbaladizo, que la arena se me meta por entre los dedos, quemarme un poco hasta llegar al agua, y finalmente refrescarme con ese mar de temperatura del cielo, que no congela ni quema, pero refresca. Entonces cerrar los ojos, que el viento me corra por la cara y me despeine toda, sentir el olor a mar, el olor a algas marinas que tanto asco me da pero que parece decirme "sí, finalmente estas aca", y que entonces por unos instantes agradezco estar oliendo. Tocar el agua con las manos, para comprobar esa temperatura perfecta. Y caminar, escapar de la llegada del agua a la orilla, o de repente meterme un poco más y que el agua me salpique toda, me salpique hasta las rodillas y me moje toda la ropa. Reírme, reírme de todo lo que me rodea. 
Esos son los momentos en los que pienso que la naturaleza es la prueba viviente de la existencia de Dios.

16.6.11

Instrucciones para subir una escalera de Julio Cortázar

 Nadie habrá dejado de observar que con frecuencia el suelo se pliega de manera tal que una parte sube en ángulo recto con el plano del suelo, y luego la parte siguiente se coloca paralela a este plano, para dar paso a una nueva perpendicular, conducta que se repite en espiral o en línea quebrada hasta alturas sumamente variables. Agachándose y poniendo la mano izquierda en una de las partes verticales, y la derecha en la horizontal correspondiente, se está en posesión momentánea de un peldaño o escalón. Cada uno de estos peldaños, formados como se ve por dos elementos, se situó un tanto más arriba y adelante que el anterior, principio que da sentido a la escalera, ya que cualquiera otra combinación producirá formas quizá más bellas o pintorescas, pero incapaces de trasladar de una planta baja a un primer piso.
   Las escaleras se suben de frente, pues hacia atrás o de costado resultan particularmente incómodas. La actitud natural consiste en mantenerse de pie, los brazos colgando sin esfuerzo, la cabeza erguida aunque no tanto que los ojos dejen de ver los peldaños inmediatamente superiores al que se pisa, y respirando lenta y regularmente. Para subir una escalera se comienza por levantar esa parte del cuerpo situada a la derecha abajo, envuelta casi siempre en cuero o gamuza, y que salvo excepciones cabe exactamente en el escalón. Puesta en el primer peldaño dicha parte, que para abreviar llamaremos pie, se recoge la parte equivalente de la izquierda (también llamada pie, pero que no ha de confundirse con el pie antes citado), y llevándola a la altura del pie, se le hace seguir hasta colocarla en el segundo peldaño, con lo cual en éste descansará el pie, y en el primero descansará el pie. (Los primeros peldaños son siempre los más difíciles, hasta adquirir la coordinación necesaria. La coincidencia de nombre entre el pie y el pie hace difícil la explicación. Cuídese especialmente de no levantar al mismo tiempo el pie y el pie).
   Llegando en esta forma al segundo peldaño, basta repetir alternadamente los movimientos hasta encontrarse con el final de la escalera. Se sale de ella fácilmente, con un ligero golpe de talón que la fija en su sitio, del que no se moverá hasta el momento del descenso.









Esto no es obra de un escritor cualquiera. Homenajeado luego de muerto- como suele suceder con aquellos que fueron grandes pero incomprendidos en vida- Cortázar es considerado uno de los máximos exponentes de la literatura hispanoamericana contemporánea. Se lo merece, y si no lo creen... bueno, suban y vuelvan a leer. Simplemente perfecto.

7.6.11

Describir el escribir

Inspirada en lo que leí de los demás, siempre me pregunto en cómo escribo. Porque recibo halagos, pero nunca me pongo realmente a pensar en cómo es que logro unir unas palabras con otras para formar escritos que realmente tienen tanto sentido para mí. Y lo más impresionante es que no solo tiene sentido para mí, sino que incluso para otros también.

Me siento en la silla con las manos en el teclado, o me tiro en la cama con cuaderno y birome en mano. No importa el tema, empiezo con algo y me dejo llevar por el bendito fluir de conciencia. Entonces las palabras comienzan a salir solas, mis dedos se mueven automáticamente presionando cada tecla o marcando las curvas sobre el papel. Entro en un trance hipnótico que no termina, escribo cada párrafo y lo releo. Borro, tacho, corrijo. Escribo, escribo, escribo.

Y cuando llego al final vuelvo al principio y leo todo. Y me sorprendo a mi misma, porque no puede ser que haya sido yo la que escribió eso. No se, es difícil de explicar, tal vez quienes disfruten de escribir se sientan como yo, pero no es lo mismo hacer un ejercicio de matemática, porque tiene su explicación, tiene su lógica el camino tomado para llegar al resultado. Pero la realidad es que no hay ninguna explicación coherente para el uso que le doy a las palabras; es como si me poseyeran en cuanto quiero escribir, y después veo lo que hice y no puede ser que haya venido de mi.

Entonces se puede decir que estoy orgullosa de mi misma, pero aun no lo creo.

1.6.11

Sin abandono

A veces me pongo a pensar en algunos hechos, acciones de personas, gestos... Y me vienen dudas, porque no se si son reales o no. ¿Cuál es el trasfondo de tanta bondad? O tanta maldad, para el caso. Es complicado escribirlo, se me hace imposible poner mis instintos en palabras, pero ayer en teatro el profesor dijo algo muy importante: es fundamental aprender a usar las palabras para explicar lo que nos pasa. No solamente para describir situaciones, anécdotas. Sino para realmente poder decir qué es eso que nos agobia, eso que nos humedece los párpados, eso que nos eleva las comisuras de los labios.
Entonces me acuerdo de otro profesor, el de Antropología, sin ningún motivo en particular. Y se me vienen a la cabeza los sentimientos. Posiblemente sea difícil determinar qué es lo que siente alguien más, pero de una cosa estoy segura, y es que los sentimientos propios son reales. Se los puede ocultar, camuflar, evitar. Se puede mentir sobre ellos, se puede hacer una burla a uno mismo, se pueden negar. Pero que siguen estando... siguen estando. 
Y si uno los dos párrafos anteriores, palabras + sentimientos, se puede llegar a dar algo realmente increíble: admitiendo que se siente algo, y encontrando la palabra adecuada para ese torbellino interior de emociones, los sentimientos se vuelven controlables, o al menos manejables en cierta forma; y así se llega al equilibro.


Me acerco la remera a la cara y todavía puedo sentir un aroma que me lleva al pasado. Y entonces pienso que sí, definitivamente, negar lo que siento sería estar ciega.

29.5.11

Hour of Proof

Una vez más caigo en este torbellino de emociones confusas, tan confusas que no me dejan pensar con claridad. Intento lograr un mínimo de productividad en "este domingo híbrido de siempre" pero digo que intento, porque no lo logro, ni cerca estoy. 
Entonces mi lado inevitablemente responsable se hace notar porque no puede ser que me haya pasado casi todo un fin de semana encerrada dando vueltas entre la cama, el comedor y el baño. Y me enojo conmigo misma, ya no se qué estudiar, ya no se si se...entonces supongo que se. Pero realmente tiene sentido algo de lo que pienso? Tiene algún tipo de lógica? Todo se vuelve difuso, y por unos instantes quiero mandar todo a la mierda y dormirme para no despertarme.






Pero después de esos arrebatos de furia internos, me acuerdo que dentro de esas cuarenta y ocho horas hubo cinco que fueron reales, que realmente hicieron justicia a la nada eterna que empezó el viernes y termina ahora. Y me olvido del estudio, me olvido de la facultad, me olvido de mi dolor de panza insoportable y me olvido del universo entero. Todas mis dudas se esfuman porque con esa única verdad me alcanza; me alcanza y me sobra.

3.5.11

Una serie de eventos no muy afortunados

Una de esas historias que parecen mentira, y sin embargo pasan...porque sepan que siempre, SIEMPRE, la realidad supera a la ficción. Entonces aquí me hallo contando una serie de eventos no muy afortunados que se dieron en la vuelta del colectivo el pasado lunes 2 de mayo.
Resulta que me había quedado hasta tarde en lo de una amiga haciendo un trabajo para la facultad y resulta también que soy bastante tacaña y que mi amiga vive lejos. Esa sumatoria de cosas solo se iguala a 1,25 en bondi. Me subí y había tan solo unas 5 personas contandome a mí, me senté cerca del conductor y me dispuse a escuchar música para no quedarme dormida. Después de aproximadamente 15 minutos veo que el Sr. Colectivero agarraba para otro lado que no era el habitual, pero suponiendo que sabía lo que hacía no le presté mucho atención y seguí cantando en mi cabeza las canciones de The Killers.
Aparentemente el Sr. Colectivero NO sabía lo que hacía.
Y así me vi a mi misma en una situación absolutamente kafkiana, perdida en una parte de la ciudad que no conocía, con 5 completos desconocidos, todos con la misma cara de desconcertados. Claramente, todos los que viajaban conmigo también habían notado que el hombre en el volante no tenía ni la mas remota idea de lo que hacía; dábamos vueltas en circulo y sin sentido. Después de unos ridículos 5 minutos (que parece poco pero creanme, ante la situación parecían horas) el bondi frenó, el Sr. Colectivero se acercó a nosotros y preguntó con un tono vergonzoso: "¿Alguien sabe como volver a la calle Juramento?". Llegado este punto ya me daba pena que el pobre hombre hubiera tenido que ponerse en ridículo en frente de unas personas que le habían confiado la vuelta a sus hogares. Es una de esas situaciones que no te imaginas que pueden pasar en la vida real, porque al colectivero le estas entregando tu cuerpo en su colectivo y te dejas llevar- literalmente.
Después del punto de quiebre no pasó nada mas relevante, un hombre mayor conocía la zona y le indicó como retomar, entonces ahí todo volvió a la normalidad y todos vivimos felices para siempre o por lo menos hasta el día y momento de hoy y ahora.
Simplemente ridículo. Sigo pensando en el pobre hombre, ¿habrá renunciado?, ¿se puede renunciar del oficio de conductor de colectivo?, ¿le pagarán indemnización?... Preguntas sin respuesta aparente, pero a partir de ahora cuando me junte a hacer trabajos lo voy a hacer en lugares que queden cerca. No vaya a ser que la próxima vez nadie nos salve y me vea en una situación aun más ridículamente potenciada, subiéndome a un colectivo con un colectivero.





Aclaración: en realidad esto no me pasó... una profesora de la facultad contó que le había pasado y me pareció tan genial que tuve que escribirlo. Aclaro en caso de que me acusen de plagio de ideas, si es que se puede llamar así. Ella misma dijo que era kafkiano como para escribirlo. Yo simplemente le tomé la palabra.

25.4.11

Every rose has its thorn

“Lo peor que pueden hacer es dejar que los invada la tristeza”- leyó. ¿Y qué pasaba si la tristeza ya la había tomado por completo como un cáncer terminal, yendo desde el sentimiento más feo y doloroso de su existencia y filtrándose hasta en el detalle más insignificante de su corta vida?  Lo cierto era que su rendimiento artístico mejoraba casi en un 200% cuando estaba en un estado de ánimo tan gris, entonces disfrutaba de su pena, si es que es válido el oxímoron.
Deambulando por los pasillos de sus pensamientos, con cada esquina que se encontraba sentía que no podía mas; sin embargo hacia un giro de noventa grados y seguía caminando hasta donde el camino la llevara. Generalmente esas paredes sombrías que la rodeaban desembocaban en un infinito e inabarcable negro.
Apagón.
Y una voz en off que presentaba el siguiente acto y que viene el próximo round, que ya se levanta, que si, que no, que no, que no, que no… Y de pie nuevamente. Pero la mayoría eran caídas; se volvía casi imposible verle el lado bueno a tantas desgracias. Su teoría era que no había lado bueno, no creía en ese estúpido balance chino de que en todo lo negro hay blanco, pero de lo que estaba segura era que en todo lo blanco había una mancha negra. Se las ingeniaba siempre para que algo le amargara el día, entonces se sentaba a fumar en el balcón y daba pinceladas salvajes de un lado a otro, como si peleara a muerte con el lienzo que se le enfrentaba.
Después de aquellos arrebatos de furia productivos se tiraba en el sillón manchado de acuarelas pasteles y se dormía bajo los efectos de somnolencia de los baldes de pintura que la rodeaban. Se despertaba a la madrugada, con una resaca multicolor; y observaba detenida y maravilladamente el cuadro terminado en frente suyo, sin poder entender cómo es que una vez más lograba algo tan bello inspirado en todo tan triste.
Entonces lo presentaba y recibía halagos y ofertas y aplausos y todo el honor, y sonreía por cortesía a quienes la rodeaban; hablaba con aquellos que se jactaban de ser sus amigos sin realmente serlos, porque creían ver un sol en ella, sin saber que en su verdadera vida había tormentas todos los días.
Era cíclico. Las cosas no cambiaron ni cambiarían nunca.
Lo que jamás entendió fue el poder del bien por sobre el mal. La existencia de ese blanco resaltando en lo negro, la presencia constante de una luz en cada uno de nosotros. Vivió por y para el arte sin conocer ni una porción de la felicidad; murió sin realmente vivir y no le dio ni el tiempo de arrepentirse.

14.4.11

Mientras no tengas rostro

Creo que ya descubrí cómo funciona todo. Sos una misma persona que se esconde en diferentes cuerpos. Me torturas de todas las maneras posibles, me queres por mil razones diferentes y te olvidas de mí por cosas que no pasaron. "Recordamos lo que nunca sucedió" cada día que pasa las palabras de Ruiz Zafón tienen más y más sentido.
Primero eras un inmaduro y no estabas a mi altura. Después le tenes fobia al compromiso. Y ahora simplemente el  cerebro no te funciona bien.
Ya entiendo todo. No me enamoré de 10 personas diferentes con nombres y vidas distintas. Me enamoré de un mismo estereotipo de hombre, con un patrón que se repite una y otra vez. No sos nada mas que un fantasma; cuando creo que te tengo al alcance de mi mano te esfumas y tu rostro siempre esta borroso porque en realidad no tenes rostro.
No encuentro ni una palabra que abarque todo lo que no sos.

11.4.11

Buenos Aires Ciudad I

Las apariencias engañan. Esa es una de las tantas verdades universalmente aceptadas; ¿pero nunca a nadie se le ocurrió que en ciertas situaciones es mejor que engañen? Siempre que camino por la calle y tengo que cruzar el semáforo me siento observada por todos los autos esperando, entonces levanto el mentón y me trago la vergüenza. Qué estúpido que me de vergüenza eso. Pero es que me imagino a las personas desde adentro de los autos inspeccionando la ropa que llevo puesta, la forma en que camino, la cara que pongo, cómo frunzo el ceño con el sol de frente que me da en el rostro. 
Sin embargo, hoy, por algún motivo que desconozco, decidí ser yo la que inspeccionaba a quienes iban en los autos. Y me di cuenta que nadie me mira. Vaya desilusión me llevé- o no- al darme cuenta que nadie me prestaba atención. De todas maneras, no sé que creer; porque por un lado ¿a quién no le gusta ser el centro de la atención aunque sea unos instantes tan efímeros como el de cruzar una calle (o en todo caso una avenida)? Pero después, es todo un alivio saber que soy libre de cruzar la calle como yo tenga ganas, sin las miradas juiciosas de la gente. 
Entonces. Mi reflexión no lleva a ningún lado, como suele hacerlo. A partir de ahora voy a caminar por la calle en libertad como ser humano que soy. Y que nadie se atreva a mirarme mientras cruzo por la senda peatonal.

10.3.11

Carburando

Tengo una capacidad de tolerancia por debajo de la media, y eso no es ninguna novedad. Es sabido por quienes me rodean y pueden jactarse (o no) de conocerme bien que mis nervios suelen mostrarse en momentos de presión, en situaciones inapropiadas, ante personas que básicamente no piensan. Esto no quiere decir que esas personas piensen diferente a mí. Ojo, he aquí una gran diferencia. A quienes me refiero, son aquellos que ni siquiera se toman la molestia de encender el botón en su cabeza; probablemente porque ni sepan en dónde esta.
Y así como hay individuos que son considerados inteligentes, o maduros, o con una personalidad fuerte y un autoestima alto, en mi opinión, muchos de ellos, son ignorantes de lo que los rodea. Están equivocados quienes piensan que nunca se comparan con los demás ni compiten, porque son humanos, y está en la naturaleza humana hacer eso. Están confundidos, también, quienes hablan y hablan y hablan de temas intrascendentes constantemente, en el afán por hacerse amigos; generalmente siendo aquellos los que terminan solos. 
No tengo nada mas para decir. Simplemente necesitaba escribir esta lluvia de ideas que me va cayendo encima y me ahoga la cabeza.

14.2.11

?

Escribo y borro varias veces porque no se como expresarme sin que lo que escribo tenga un dejo de sentimentalismo asqueroso.
Un buen día a fines del 2010 escribí en mi cuaderno que la vida esta repleta de puntos de quiebre, y que la mayoria de ellos son inevitables. Puede que sean episodios en tu vida que estan cumpliendo su ciclo, experimentando un auge, o simplemente una inofensiva ruptura. Hoy, justamente, me di cuenta que me aburro con mucha facilidad. Estaba escribiendo esta entrada y ya me olvidé completamente de la razón por la cual lo hacía. Ya ni tengo ganas de seguir tipeando.
Me dejo pasmada a mi misma por mi nivel de rareza y permanezco incrédula mientras trato de acordarme sobre qué o quién quería escribir.
No logro acordarme. Tal vez no deba. Mejor lo dejo así. 

13.2.11

Epifanias durante un viaje corto

Me di cuenta que algo andaba mal con el mundo cuando estaba con unas amigas y a una de ellas se le ocurrio decir "fui a rapsodia y solo me compre un vestido, que caro que esta todo che". Si, bueno, es bastante controversial mi punto, pero yo tengo un angulo con todo esto. Y si, bueno, yo formo parte de este cuadrado porteño que tambien es un rombo que es pilar y tambien es una circunferencia que llega hasta Estados Unidos. Pero retomando mi angulo, que quiero decir con todo esto? Que definitivamente hay algo que esta funcionando mal en el planeta Tierra. Se me complica, porque Sofia, como puede ser, que digas esto si vos vas a tomar el te a tea connection y comes sushi, Sofia, como puede ser... Y aunque me digan hipocrita, yo me paro frente al juez y me declaro inocente, corrompida por esta sociedad que se me impone y me exige y me obliga y me categoriza. Entonces se apaga mi luz, y no puedo encandilar a todos los que me miran.

23.1.11

Tabula Rasa

Existen ciertos días en nuestras vidas, en los cuales es mejor empezar de cero. Hacer borrón y cuenta nueva. No soy la única persona que piensa así, yo entiendo mejor que nadie lo que es sentir que no hay más capacidad en el cerebro para incorporar conocimientos, o lo que es sentir que el alma no esta preparada para sufrir más cambios emocionales.
Es como si el cuerpo fuera una entidad aparte, o el cerebro un mapa que se va pintando según lo que va almacenando. Y cuando llega el momento de estudiar esa materia tan tediosa, que creemos que no va a hacer mas que pudrirnos las vísceras, entonces decidimos que no hay mas espacio en nuestros discos rígidos. Simplemente no vamos a aguantar llenar nuestras mentes con información tan innecesaria para nuestras vidas y para nuestro futuro. Entonces nos negamos, y nos distraemos con la primera mosca que nos vuela por encima. Y es así como esa misma mosca que mientras estabas acostada en la cama no te dejaba dormir, ahora es fascinante y te despierta todos los sentidos. Pero claro, no nos damos cuenta, que en realidad, la mosca sigue siendo igual de molesta, es solamente que ahora, nos conviene creer que es interesante y que vale la pena observarla volar.
El único gran problema que en realidad debemos afrontar todos, es el de darnos cuenta que solucionar estos conflictos es tan simple como limpiar la pizarra, borrar los colores que van llenando al mapa de nuestro cerebro, o simplemente desfragmentar nuestro disco rígido. Es tan sólo decir stop. Mirar hacia atrás, ver cuánto almacenamos, separar lo que sirve de lo que no, y así -sólo así- seguir adelante. No tengamos en cuenta hechos pasados, agarremos una tablilla nueva, insertémosla en nuestra cabeza, y hagamos de nuestras mentes una técnica de Tabula Rasa interminable. Amén.

19.1.11

Pandemia

Nunca en la vida había sentido tanto miedo. Le pedí por favor que se fuera, que no fuera egoísta. No me hacía caso. Simplemente me miraba con la mano apoyada contra el vidrio, y con esa cara implorante de piedad, con esos ojos enormes y tristes. Si entraba, yo me moría. Si no entraba, ella se moría. Era mi vida o la suya, mis diecisiete años o sus diez. Yo permanecía en la cama, atada a cadenas invisibles. Tenía miedo de moverme, tenía miedo de todo. Cualquier cosa que hiciera determinaría mi destino. Esto es un sueño, pensé. Esto es un sueño. No parecía uno, sin embargo. La pequeña me seguía mirando. Yo temblaba. Acercó su mano infectada a la manija de la puerta. Le grité que no lo hiciera. La torció 45 grados hacia la derecha. “No…”- suspiré, derrotada.
    De repente cambió la imagen. Me hallaba en el camarote de un barco. Había mapas, libros, relojes, lápices, brújulas; pero también había muchísimo polvo. Parecía estar abandonado. Y el barco estaba techado, era como un submarino. Cuando salía me encontré con Ana, que corría por los pasillos y gritaba de la desesperación. Decía que una niña rubia quería entrar, y pedía refuerzos en las entradas porque con solo poner un dedo dentro de la nave, moríamos todos. “No puede ser”, es lo único que pensé. ¿Cómo había hecho para salir del cuarto? ¿Qué había pasado con la niña?
    Ana se perdió en la oscuridad de los pasillos y yo seguí sola rumbo norte, según indicaba la brújula que había tomado del camarote. A medida que iba recorriendo el submarino, una sensación conocida me iba invadiendo. Era miedo, desesperación, sensación de encierro. La imagen de esa chica rubia apoyada contra el vidrio no se me salía de la cabeza. Me perturbaba.
    Al final de un pasillo bastante luminoso, encontré una puerta en donde se leía “Privado”. Me acerqué lentamente, con la certeza de que no por nada se leía esa palabra en la entrada. Pero cuando me hallaba tan solo a dos metros, oí voces. Eran conocidas.
- “No, llévate esto. Es mejor.”
- “Pero éste tiene mas colores. Me llevo los dos.”
    Toqué la puerta y la abrí sin esperar respuesta. Se me paró el corazón. Nunca en la vida había visto algo así. Era un salón inmenso, del tamaño de un supermercado, y tenia filas y filas paralelas de mesadas con espejos. Abajo había placares. Miles y millones de placares y cajones. Parecían no terminar mas. Y en el centro del salón, como por arte de magia, revisando, estaban Inés y Paz.
- “¿Que hacen acá chicas?”
- “Mira, esta lleno de pinturas, cajas y cajas de maquillaje sin usar, ¡agarra algo!” -me gritó, desaforada, Paz.
- No, ¿Qué hacen en este barco?
- No es un barco, es un submarino. Nos están salvando de la pandemia- contestó Inés, intelectual, como siempre.
    Me acerqué un poco para ver de que se trataba, y como si supiera de qué pandemia hablaban y como si todo fuera tan normal, me arrodillé y me puse a buscar un delineador negro, que me venía haciendo falta.
    Resulta que este salón había sido de la dueña anterior del submarino, una vieja actriz o algo así. Había muerto a causa de la enfermedad y su cuarto de belleza estaba intacto. “Nos dejaron llevarnos todo lo que quisiéramos”, me explicó Paz. Nunca me dijo quiénes las habían dejado. Tampoco quería saber.
    Apagón.
    Aparecí en la cama, nuevamente; la chiquita mirándome fijo, nuevamente. “Esto es un sueño. Y se acabó.” Entonces me desperté. Estaba en la cama, sudada de pies a cabeza, clavando las uñas en las sábanas, con un dolor insoportable en las sienes. Me acordé, y levanté la vista hacia la ventana. Se veía el cielo; y no había ni rastros de la niña rubia.
    Pero la manija estaba corrida… 45 grados hacia la derecha.

18.1.11

Volábamos

Todavía recuerdo la época en que volábamos. Nuestra divina inocencia nos limitaba; pero también nos protegía de la maldad a nuestro alrededor. Volábamos, nuestra cabeza se desprendía tan fácilmente de la realidad que era como si viviéramos en un zapping de canal permanente. Prescindíamos de todo y nos preocupábamos por nada.
Eran esos años en los que la preocupación más grande implicaba únicamente que el alfajor se cayera al piso. Cambiábamos de amistades como de bombacha, nos peleábamos y nos amigábamos con igual fervor. Mi mejor amiga era la que me acompañaba al quiosco en el recreo. Volábamos; no existe otra palabra. Éramos como pequeños aviones de papel, frágiles, con un rumbo impreciso, incierto.
Darse cuenta de las cosas es en la mayor parte de los casos una condena; por eso quisiera volver a volar, quisiera no tener un cable a Tierra, quisiera ser ajena a la realidad circundante. No me olvido más mis aventuras por Callao y Juncal. Casi todos los días pasaba por ahí con mi tía, que llevaba un paraguas, y siempre me subía a los tres escalones que hay ahí en la esquina. Entonces yo abría el paraguas y saltaba. Creía que me iba a convertir en Mary Poppins. Lo interesante es que no me cansaba. Día tras día volvía a tirarme por los escalones, convencida de que un día iba a despegar vuelo y me iba a ir flotando.
No se puede volver a sentir eso, ahora nuestras mentes están contaminadas y lamentablemente somos realistas y muchas veces malvados, retorcidos. No se puede estar en el mundo sin ser parte de él; tarde o temprano uno termina involucrándose.
Que bueno sería que todos pudiéramos ser niños. Ojala pudiéramos encontrar un avión de papel que nos lleve a un vuelo placentero, pero seguro.
¿A dónde se fue esa divina inocencia?

16.1.11

Deus Ex Machina

Mi problema, entre otros, es que veo al mundo emocionalmente pero me manejo prácticamente. No concuerda lo que siento con lo que hago. Sigo normas solamente porque me fueron impuestas, respondo cosas que la gente espera que responda, me ato a leyes preestablecidas.
Pero por suerte, de vez en cuando, soy una mujer que se muestra tal cual es, sin rastros de aquella capa protectora que los demás creen y quieren ver constantemente. Y así, me convierto en una de las pocas personas, que, por ejemplo, se cruza con una bolsa de consorcio en el medio de la calle y en lugar de pensar en la contaminación del medioambiente, se imagina la escena de un crimen siendo esa bolsa el lugar donde se esconde el cadáver exquisito. Y así, también, soy una de las pocas personas que ve humanos en la gente, no solamente caras. Me imagino en qué están pensando, si están felices o tristes, y aún mas: qué les pasó, porqué tienen esa cara. Vivo de las historias. Sin ellas, no sería nadie. Mi vida es una historia, cada capítulo lo cierro cuando tengo ganas. Hay subtítulos y capítulos y tomos y libros. La historia de mi vida. ¿Qué haría, por ejemplo, si no pudiera creer que soy protagonista de una novela? Yo soy mi propia protagonista, yo le pongo ese matiz al personaje. Ese matiz que el crítico después juzga por la intensidad, la superficialidad, o la exageración.
Y sin embargo, sólo soy quien soy cuando estoy sola. Solo yo sé mas o menos quién soy y quién quiero ser, los demás nunca van a poder verlo, porque en cuanto me ven, vuelven a esperar que siga las normas que me fueron impuestas, que responda lo que ellos quieren, que me ate a normas preestablecidas…

6.1.11

Malestares

    Suele comenzar con una leve indigestión- a veces no tan leve- que se termina esparciendo por casi todas las partes del cuerpo más vulnerables. Sé cuando esta por pasar porque se me quita el hambre; me siento en la mesa y no puedo tragar nada por mas que lo mastique cien veces. Otros de los síntomas son la baja de presión, el cansancio inexplicable, un agitamiento constante en el pecho que no me deja dormir ni tampoco pensar con claridad. Cada vez que me encuentro ante este malestar me acuerdo del gran escritor Julio Cortázar, porque siento que en cualquier momento voy a vomitar algún conejito blanco.
    El malestar suele volverse tan insoportable que me resulta imposible tolerar lo que me rodea, y mi cabeza sólo piensa en lo que me provoca semejante desequilibrio. La causa suelo saberla desde antes; tengo una habilidad para darme cuenta. Lo que no puedo hacer es prevenir lo que pasa después de la primera fase.
    Creo que el peor de los síntomas es el repiqueteo constante del corazón contra el pecho. No pasa ni un segundo en que se quede tranquilo y ni un minuto en que no sienta que se me sale por la boca. Me carcome la cabeza porque mis pensamientos se llenan de eso que me provoca todo y así se filtra inconcientemente por toda mi existencia. Y entonces empieza la verdadera tortura, porque no puedo decir ni tres palabras sin que no me acuerde, entonces es ahí que me doy cuenta que no hay vuelta atrás. De esta forma ya sé que lo que ocurra a partir de ese momento me va a dejar una marca de por vida. Saberlo me hace doler la cabeza, me hace doler la panza y me hace desvelarme todas las noches.
    Me gustaría saber en qué pensaba Dios cuando inventó los síntomas del enamoramiento.

3.1.11

Crónica de cómo perdí mi alma en la Tierra

Con el corazón destrozado y el alma en pedazos me eché a andar por las calles de Barcelona; decidí dejar mi destino a elección de alguna fuerza mayor. Todo lo que en aquel entonces me había parecido tan lúcido, tan bello, tan lleno de vida, hoy se me antojaba apagado, lúgubre y muerto. Agarré por las ramblas y me deslicé hacia abajo sintiendo mi órgano vital latir en mínimo de potencia. Mis pies se movían solos, vivir se había transformado en un acto involuntario el cual antes quería aprovechar, ahora mi único objetivo era sobrevivir. Vi una florería, tantos colores y al mismo tiempo tanta monotonía, es que mis ojos sólo reflejaban el dolor de la pérdida y por lo tanto miraban cuanto transmitían. Mi vista se posó segundos después en la esquina de un café…no recordaba haberlo visto antes. La gente conversaba en sus respectivas mesas; ancianos tomando té en silencio, madres agitadas sacudiendo sobres de azúcar con el sonido de sus mil pulseras en la muñeca; jóvenes adolescentes con uniformes escolares estudiando o simulando eso; tantas personas viviendo felices, siendo ajenas a mi propio padecimiento. Finalmente mi recorrido terminó en una plazoleta y una fuente de agua, que irónicamente estaba seca. Al sentarme en el borde oí mis huesos quejarse por la artrosis temprana que había desatado durante mi juventud; un dolor indescriptible me carcomía cada vértebra del cuerpo y me deterioraba cada vez más, minuto a minuto.
Cerré los ojos por un instante y comencé a ver de nuevo aquellas imágenes que me habían quedado guardadas en el ático de la memoria. Eran de esas a las que sólo se recurre en situaciones extremas. Aquella lo era, ciertamente. La vi a ella; la sentí. Recorrí su cuerpo. Su pelo colorado tan oscuro, tan distintivo, tan largo, tan inmensamente fuerte como ella lo era; sus ojos color ceniza, tan profundos que eran capaces de mostrarte todo con verlos, y que me hacían sentir que podía hacer todo por ella y podría llegar hasta el fin del mundo con tal de hacerla feliz; su nariz tan recta y perfecta, sus labios tan finos y delicados; su tez blanca como la nieve y suave como la seda. Visualicé sus curvas, su exquisitez a mi modo, su belleza tanto exterior como interior, las razones por las cuales perdí la cabeza por ella. ¿Cómo Dios no me advirtió de lo que iba a pasar? ¿Cómo pudo ser que mi felicidad fuera tan efímera? Es que muchas veces no entendemos las jugadas que hace Dios para nosotros. Realmente intento comprenderlas pero no logro hacerlo. Eso me desquicia tanto. Y automáticamente después de ese momento de infinita paz en el cual la volví a tener, vino lo peor. Se me impuso la furia del gigante, la furia de la velocidad y del metal…de aquello que había terminado con su vida; y con una parte de la mia misma. Inmediatamente sentí que una bestia en mi interior cobraba vida y quería escaparse para cobrar venganza. Pero mi conciencia, le dijo a mis impulsos que me calmara, que no podía hacer nada en contra de lo que había pasado, mas que lastimar a más personas. La bestia entró en razón y se calmó. Pero no podía dejar de imaginar el momento en que el auto se descarriló y voló por los aires…no podía dejar de escuchar su grito pidiendo auxilio…no podía dejar de escuchar sus últimas palabras “no me dejes”, no podía dejar de sentir el remordimiento por haber sido el culpable de su muerte. Necesitaba sacarme de encima ese daño espiritual y psicológico de alguna manera. Debía acabar con todo. Sentí un sueño incontrolable de repente, sentí ganas de acostarme al borde de la fuente a descansar. Sí, ridículo. ¿Y qué? Si no quedaba más nada… fue entonces ahí cuando los ojos me cayeron como cargados con plomo…sentí paz… y después todo fue oscuro.

Luna

Recuerdo como si fuera ayer el día en que llegaste a la familia. Hacía ya bastante que venía yo ansiando tener un perro; hasta que mis abuelos me dieron la noticia: cuando Abu regresara de Las Grutas, te incorporarías a la familia. Poco sabía yo que ibas a ser vos, mi inigualable Lunita. Estuve como dos semanas sin parar pensando en que nombre ponerte: Lola, pero era “muy zarpado”; Lula pero era “muy difícil para decir”; y así sucesivamente. Hasta que se me ocurrió Luna. Ya se que no es el mejor nombre que podría haber elegido, pero perdoname, estaba en quinto grado y no tenía ni idea que años mas tarde me iba a arrepentir de él.
En fin, el gran día llegó. Estábamos en casa todos, incluyendo a una amiga y su mamá, y yo ya no sabía que mas hacer para distraerme y hacer que el tiempo pasara. “Cuando te divertís el tiempo pasa mas rápido…juguemos a algo”- me decía la chiqui. Pero es que no podía hacer otra cosa más que asomarme por la ventana y ver si el volkswagen country gris aparecía para estacionarse. Tocaron timbre y casi se me sale el corazón por la boca. Pero según mamá “era la pizza que había pedido”. Cuando se abrió la puerta de casa apareció mi abuelo con una sonrisa de oreja a oreja, y atrás mi mamá como reviviendo su instinto maternal mirando con amor a una cachorrita color beige del tamaño de mis manos. Empecé a gritar y saltar y automáticamente quise alzarte. Lo que sentí en esos momentos fue indescriptible, sentí que iba a tenerte para siempre, que a partir de ese día ibas a ser MI perrita y de nadie más. Desde el primer momento ya te torturaba, te subía a la bandeja para llevar comida y te daba vueltas por la casa…ya desde que te conocí entré en confianza y te usé como “conejillo de indias”.
Me acuerdo de llegar del colegio todos los días y abrir la puerta de la cocina, y que vos aparecieras corriendo, con las orejas rebotándote en los ojos y las patas resbalándote por el piso…e instantáneamente yo me tiraba al piso y vos me lamías entera la cara. Me acuerdo de estar en mi cuarto para irme a dormir y escuchar tu llanto y tus rasguños en la puerta. Me acuerdo de ir de viaje todos los años y siempre pasar por el “Petsmart” y comprarte algo. Me acuerdo de la cantidad de ropa/zapatos/barbies que me destruiste…la cantidad de veces que ensuciaste la casa…la cantidad de veces que rompiste la alfombra o que measte el sillón, y puedo seguir…Me acuerdo tu cara de consternada cada vez que sacábamos la correa para ir a pasear…digna perra habrás sido que te tirabas en el medio del pasillo y hacías fuerza para que no pudiéramos llevarte hasta la puerta…solo arrastrarte. Me acuerdo de estar en el country con vos y yo ponerme a llorar de solo imaginar que te perdería…
Toda la vida desde que estuviste conmigo me imaginé terminando el colegio y estando vos viva, acompañándome. Lamentablemente ese sueño no pudo hacerse realidad, porque te fuiste antes de lo esperado. No se en donde estarás…pero estoy segura de que ESTÁS. Porque fuiste querida por muchas personas. Y ese amor que sentimos hacia vos no fue cualquier cosa. Para mis abuelos fuiste como una hija…y en parte creo que ese fue el error, por eso les costó y les cuesta tanto saber que no estás. Pero al fin y al cabo, ¿lo disfrutamos mientras viviste o no? Obvio que si, y eso es importante.
Te quise te quiero y te voy a querer siempre Lunita. No tengo palabras para decirte cuánto influiste en mi vida. Si, ya se, sos un animal, pero de todas maneras me cambiaste y me marcaste…no solo a mi sino también a muchas personas de mi familia. Nunca me había tocado vivir la muerte de “tan cerca” y hasta a veces pienso qué estúpido debe ser extrañar tanto a un simple perro. Pero para mi fuiste mucho mas que eso. Para mi fuiste mi amiga-en cierta forma. Y aunque no me hayas podido dar consejos ni menos entender mis problemas…me hiciste feliz. Y al final, eso es lo que cuenta.