25.3.13

Buenos Aires Ciudad IV


Voy por la calle y a veces me quedo sin batería en el teléfono. Por lo que tengo que usar un poquito lo que tengo a mi alrededor para entretenerme.
Por unos instantes en los que voy camino a casa, la ciudad de Buenos Aires me parece fantástica para inventar historias o simplemente imaginarlas.
No es que antes no lo sea. Sino que ahí es cuando tengo el tiempo para pensar más y mejor.
Me causa gracia cómo algunas vidrieras están tan bien decoradas que me hacen quedarme viendolas como hipnotizada durante un rato… hasta que vuelvo a mis cabales y me doy cuenta que estoy mirando fascinada una vidriera de MUEBLES.
Esa gente que nunca observas cuando vas con el teléfono en la mano, esa gente que siempre molesta pero cuya ineptitud dejamos pasar… se concentra toda cuando vas apurada. Querés pasar a la gente que va lento, no podés y te sentís un auto. Hasta que a la izquierda se abre un hueco y te escabullís con una maniobra rápida y efectiva. Bingo.
En fin, veo gente paseando cachorritos y pienso “ay quiero comprarme un perro!!!!!!” y después me acuerdo que tengo un gato. Y como si estuviera casada me avergüenzo de solo imaginarme que mi gato se enterara lo que pensé. Porque querer un perro teniendo un gato debe ser la traición máxima en la escala de traiciones felinas, supongo.
Veo a chiquitas de 11 años con más gomas que yo y me da pena porque los chicos a esa edad son malos y no tienen filtro… y seguro se burlan de ellas. Pero después me miro a mí misma, y PF, quién soy yo para decir que me dan pena? Lo mío es lo que da pena, si tengo menos que ellas!
Me cruzo con madres con niños que lloran por idioteces y rezo para que:
a) No me toque un niño así cuando tenga hijos;
b) En el pasado yo no le haya hecho pasar semejantes papelones a mi mamá;
c) Esas pobres mujeres que tienen demonios por hijos tengan paciencia suficiente y también el coraje para bajarlos de un bife.

Pasan colectivos a mil por hora y espío las caras de quienes viajan en ellos. Y como una inception de pensamiento espontáneo, me acuerdo de las cosas que se me ocurren cuando soy yo la que viaja en uno.
Pero ese ya es otro tema.

24.3.13

Pequeñeces


Me encanta volverme consciente de esas cositas de la vida que nos hacen sonreir.

Como esos momentos en los que escuchas una conversación ajena que es muy curiosa.
O cuando haces algo con esfuerzo y alguien más te lo reconoce, y te felicita por eso.
O también esa felicidad interna de cuando estamos con amigos. Cómo no escondes nada de lo que sos. Como sos vos mismo.
O sino, cuando escribís con esas biromes que son tan suaves que hacen que tu letra fluya mucho más fácil, y parezca más linda.
Las comidas familiares multitudinarias y el momento del postre en que todos están a los gritos para ver qué quieren.
Estacionar el auto y que quede perfectamente ubicado como tiene que estar.
Ver a un cachorrito respirando mientras duerme.
Despertarte mucho más temprano de lo que tenes que hacerlo y volver a cerrar los ojos con el placer de pensar:”ahh, todavía me quedan 3 horas más de sueño”.
Estar presente cuando le haces un regalo a alguien que SABES que le va a gustar porque lo compraste especialmente. Y ver la cara de sorpresa y felicidad de esa persona.
Ganar una apuesta. O a veces simplemente tener la satisfacción de poder decir: “te lo dije”.
Comer cuando tenes mucha hambre y hay comida muy rica en tu casa.
Cuando alguien te da un cumplido no convencional. Del estilo: qué rico olor que tenes/ qué risa contagiosa tenes/ me gusta tu letra/ tenés mucha onda para bailar/ etc.
Estar en una clase y decir “wow, qué copado esto que estoy aprendiendo”.
La descarga de tensión momentánea cuando tipeas en la computadora.
Meterte en el auto cuando hace mucho frío y prender la calefacción.
Despertarte después de una buena salida y acordarte de todo lo que pasó y reirte mucho.
Meterte en una pileta de noche.
Wi- fi gratis.
Llevar algo a algún lado “por las dudas” y usarlo. Y después decir “menos mal que lo traje”.
Encontrar el borde de la cinta scotch.
Cuando te dicen que se acordaron de vos por algo.
Irte a dormir y que las sábanas estén recién lavadas.

Darte cuenta de esa voluntad que tenemos como seres humanos de querer salir adelante siempre.
De disfrutar las pequeñas cosas que nos hacen felices.
Que al final… tan pequeñas no creo que sean.

20.3.13

Una bola de nieve


Tengo una bola de nieve metida en el centro de mi ser.
Es una bola que está mezclada con tu cara, mi odio, tu indiferencia, mi decepción.
Y es de nieve porque se formó con tu frialdad.

Creo que lo que tengo acá metido adentro podría ser algo bueno.
Pero no.
No sé qué es.

Siento que este nudo me serviría para algo.
Para reciclar lo malo en bueno,
O para escribir algo mágico.
Pero acá no hay magia.

Se me ocurre que tenes una idea fija en tu cabeza.
Y cruzo los dedos para que se vaya.
Pero dentro de esa bola de nieve está la certeza de que no se va a ir.
Al menos no por ahora.

Ya no sé qué más hacer.
O dejar de hacer.
Para que vengas.
O vuelvas.

14.3.13

¡El Papa es Argentino!

No lo sé, quizás por mi deber de periodista me gusta leer y leer e informarme antes de sentarme a sacar conclusiones. Y como siempre digo: la calidad es mejor que la cantidad. En el fondo, no se trata de cuánto averiguemos del tema. Sino qué. 
“El Papa es argentino”. Inevitablemente se me viene a la cabeza la famosa frase relacionada con el mundo futbolístico que dice “Dios es argentino” y me causa gracia. ¿Qué tantas señales premonitorias había? Parece chiste que el Papa sea el representante principal de Dios en la Tierra, y que muchos años antes hayamos anunciado aquella frase en forma anecdótica. 
¿Pero qué significa, después de todo, que el Papa sea argentino? Y no me refiero a lo importante que es para el país, para que nos conozcan y nos reconozcan, para renovar la esperanza, etc. Me refiero a las consecuencias que va a traer. 
Después del impacto inicial: ¿Qué sigue? ¿Cómo sigue? Nadie puede tener la certeza. Por la cara del cardenal Bergoglio- ahora Francisco- apenas salió al balcón creo que ni él lo sabe. 
Yo no tengo idea pero porque aun soy joven y quizás no pueda medir el impacto de un hecho como este.
Académicos, profesores, politólogos, expertos, religiosos no pueden saberlo porque la historia se hace de a poco, y en el fondo nadie puede predecir el futuro.
La presidenta de La Nación, que tantos cruces ha tenido con él, tampoco puede hacer conjeturas. Su relación va a cambiar, inevitablemente.
Francisco no tiene cómo saberlo.
Ni los cardenales que lo eligieron tienen cómo saberlo.
¿Significará un cambio real para la Iglesia? ¿Una renovación, una reforma radical? ¿O seguirá siendo lo que fue?
¿Habrá sido un buen augurio la humildad que expresó el Papa Francisco al pedir que recen por él y al vestirse todo de blanco, sin ornamentos?
¿Finalmente nos tendrán en cuenta mundialmente más allá de nuestros logros deportivos?
¿Podremos dejar de lado nuestra incapacidad para vivir socialmente y aprender, como los jesuitas, a respetar y ser generosos con el prójimo, especialmente el que más lo necesita?


Solo tengo una certeza: sin lugar a dudas lo que se anunció ayer es el hecho más importante que le tocó vivir a la Argentina históricamente a nivel mundial.

La magnitud de toda esta vorágine me revuelve el estómago- en el mejor de los sentidos y en el peor de los sentidos. 
Ya está, ya lo sabemos. Ya el planeta entero lo sabe.

¿Y ahora?


Ideas, palabras, lágrimas


Esa idea en mi cabeza,
Tóxica,
Como vos.

Aquellas palabras que salieron de tu boca,
Extrañas,
Dolorosas,
Como nosotros dos.

Esas lágrimas 
Que eran tuyas y ahora son mías,
Siempre estarán.

Esa idea que vos tuviste que ahora yo tengo y no me puedo sacar de la cabeza
Maldita
Imborrable
Absurda
Y sin embargo, definitiva.

Esas palabras pronunciadas que salieron de tu boca
Destruyeron mi idea
Reforzaron mi idea
La crearon.

Esas palabras de sentencia
Hicieron correr mis lágrimas
Que eran tuyas pero ahora son mías.

Y que siempre serán de alguno de los dos.

13.3.13

Sobre mi gato

Mi gata está loca.
O poseída.
Sino no hay otra explicación posible de porqué de repente se escapa de mis brazos y corre por toda la casa.
Mi gata es una histérica.
Me acerco para acariciarla y se escapa.
Me quiero poner a leer un libro en la cama y se me acuesta encima para que no pueda leer.
Gatos. Quién los entiende.
No nos mintamos. Nadie que tenga gatos termina de entenderlos.
Creo que ni siquiera Hemingway lo hizo.
Y eso que tenía como 40.
No sé porqué me gustan pero tampoco entiendo porque hay gente que los odia.
Mi gata, Greta, está poseída pero no me importa porque es como un peluche al que le puedo hablar y no quedar como una desequilibrada.
Es toda negra y la gente siempre reacciona mal porque “ay, son mala suerte”.
Pero qué me importa la suerte. Nunca la tuve y no la necesito.
Mi gata está loca porque me ataca los pies mientras duermo.
Maúlla sin motivo aparente. Y no está en celo.
Cuando escucho música fuerte y bailo ella me mira como si la que estuviera loca soy yo.
Aunque capaz un poquito de razón tiene.
Mi gata es sabia. Muy sabia.

10.3.13

Es tan solo la historia repitiéndose a sí misma

Bueno, murió Chávez.
Probablemente si me quiero poner a hablar de política caiga en los lugares comunes y termine repitiendo todo lo que escuché por ahí.
No voy a hacer eso.
Voy a ser sincera conmigo misma y con los demás y voy a decir que lo que me llama la atención de todo lo que ha estado ocurriendo esta última semana es la polarización llevada a extremos impensados.
Sé de gente que festejó a los gritos y decía que iba a abrirse un champagne esa misma noche.
Y después veo los carteles en la vía pública de la Presidencia de La Nación en los que afirman que Hugo Chávez fue una figura admirable y un modelo indiscutible para seguir. O veo imágenes desde Venezuela de gente llorando desconsoladamente.
Parece mentira que una misma persona pueda causar tanto odio y tanto amor.
Y lo que resulta ridículo de todo esto es que hay una especie de ceguera extendida que no deja ver más allá a quienes opinan sobre el tema. Son muy pocos los que dan un paso afuera y ven lo que pasa con un poco más de cautela.
No juzgo. Es totalmente comprensible que ocurra. La historia se hace así.

¿Cómo tomar posiciones en este juego, cuando ambas son válidas? ¿Y cómo puede ser que haya dos lados rivales y nunca ninguno vaya a tener toda la razón?
El problema es que la gente se ensimisma tanto en sus ideales, sus valores, en lo que cree, que cuando planteas la posibilidad de que admitan la validez (ni siquiera digo verdad) de un punto de vista diferente, se ponen a la defensiva.
Yo creo que cualquier figura histórica/ política/ de lo que sea que produzca tantos sentimientos y tan dispares, es una figura que vale la pena reconocer.
Todo esto ya pasó y todavía pasa.
Es tan solo un poco más de historia repitiéndose a sí misma.
Pero con suerte, alguna vez aprenderemos.

4.3.13

Aquí y ahora


A partir de ahora todo va a cambiar.
Es algo que no puedo explicar, simplemente lo siento bien adentro. 
Y cuando digo todo… es todo. 
No sé porqué será que uno sabe estas cosas aun sin pruebas.
Hace ya algunos años escribí sobre los puntos de quiebre en la vida. Hoy tuve uno muy importante. 
Me hizo tomar conciencia de la edad que tengo, de las responsabilidades que tengo la capacidad para enfrentar, de todo lo que se me viene encima. Hablando con amigas decíamos que a los veinte años es la edad en la que mejor vas a estar en toda tu vida. Y yo realmente lo siento así. Con cada parte de mi ser disfruto del estar viva cada segundo que pasa. 
Y el punto de quiebre me sirve, aunque duela, para vivir más en el presente, menos preocupada sobre el pasado y no tan pendiente del futuro. 
El 2013 se viene con toda. Así que prepárense.