29.5.11

Hour of Proof

Una vez más caigo en este torbellino de emociones confusas, tan confusas que no me dejan pensar con claridad. Intento lograr un mínimo de productividad en "este domingo híbrido de siempre" pero digo que intento, porque no lo logro, ni cerca estoy. 
Entonces mi lado inevitablemente responsable se hace notar porque no puede ser que me haya pasado casi todo un fin de semana encerrada dando vueltas entre la cama, el comedor y el baño. Y me enojo conmigo misma, ya no se qué estudiar, ya no se si se...entonces supongo que se. Pero realmente tiene sentido algo de lo que pienso? Tiene algún tipo de lógica? Todo se vuelve difuso, y por unos instantes quiero mandar todo a la mierda y dormirme para no despertarme.






Pero después de esos arrebatos de furia internos, me acuerdo que dentro de esas cuarenta y ocho horas hubo cinco que fueron reales, que realmente hicieron justicia a la nada eterna que empezó el viernes y termina ahora. Y me olvido del estudio, me olvido de la facultad, me olvido de mi dolor de panza insoportable y me olvido del universo entero. Todas mis dudas se esfuman porque con esa única verdad me alcanza; me alcanza y me sobra.

3.5.11

Una serie de eventos no muy afortunados

Una de esas historias que parecen mentira, y sin embargo pasan...porque sepan que siempre, SIEMPRE, la realidad supera a la ficción. Entonces aquí me hallo contando una serie de eventos no muy afortunados que se dieron en la vuelta del colectivo el pasado lunes 2 de mayo.
Resulta que me había quedado hasta tarde en lo de una amiga haciendo un trabajo para la facultad y resulta también que soy bastante tacaña y que mi amiga vive lejos. Esa sumatoria de cosas solo se iguala a 1,25 en bondi. Me subí y había tan solo unas 5 personas contandome a mí, me senté cerca del conductor y me dispuse a escuchar música para no quedarme dormida. Después de aproximadamente 15 minutos veo que el Sr. Colectivero agarraba para otro lado que no era el habitual, pero suponiendo que sabía lo que hacía no le presté mucho atención y seguí cantando en mi cabeza las canciones de The Killers.
Aparentemente el Sr. Colectivero NO sabía lo que hacía.
Y así me vi a mi misma en una situación absolutamente kafkiana, perdida en una parte de la ciudad que no conocía, con 5 completos desconocidos, todos con la misma cara de desconcertados. Claramente, todos los que viajaban conmigo también habían notado que el hombre en el volante no tenía ni la mas remota idea de lo que hacía; dábamos vueltas en circulo y sin sentido. Después de unos ridículos 5 minutos (que parece poco pero creanme, ante la situación parecían horas) el bondi frenó, el Sr. Colectivero se acercó a nosotros y preguntó con un tono vergonzoso: "¿Alguien sabe como volver a la calle Juramento?". Llegado este punto ya me daba pena que el pobre hombre hubiera tenido que ponerse en ridículo en frente de unas personas que le habían confiado la vuelta a sus hogares. Es una de esas situaciones que no te imaginas que pueden pasar en la vida real, porque al colectivero le estas entregando tu cuerpo en su colectivo y te dejas llevar- literalmente.
Después del punto de quiebre no pasó nada mas relevante, un hombre mayor conocía la zona y le indicó como retomar, entonces ahí todo volvió a la normalidad y todos vivimos felices para siempre o por lo menos hasta el día y momento de hoy y ahora.
Simplemente ridículo. Sigo pensando en el pobre hombre, ¿habrá renunciado?, ¿se puede renunciar del oficio de conductor de colectivo?, ¿le pagarán indemnización?... Preguntas sin respuesta aparente, pero a partir de ahora cuando me junte a hacer trabajos lo voy a hacer en lugares que queden cerca. No vaya a ser que la próxima vez nadie nos salve y me vea en una situación aun más ridículamente potenciada, subiéndome a un colectivo con un colectivero.





Aclaración: en realidad esto no me pasó... una profesora de la facultad contó que le había pasado y me pareció tan genial que tuve que escribirlo. Aclaro en caso de que me acusen de plagio de ideas, si es que se puede llamar así. Ella misma dijo que era kafkiano como para escribirlo. Yo simplemente le tomé la palabra.