22.8.11

Para no olvidar

La locura es un virus contagioso. Es irónico, porque decís que no vas a tomar más y entonces te llega en bandeja un fin de semana con 60 cervezas para una cantidad mucho menor de personas con la capacidad de absorberla y es así es como terminás un sábado a las 3 de la mañana con una máscara de bruja bailando flogger. Sino pregúntenle a Tuli. 
Creo que lo más gracioso de todo es que el domingo fue el día del niño, y para honrar tal festejo del cual ya no deberíamos ser parte, de manera espontánea nos juntamos en las canchas de golf y terminamos siete personas con resaca jugando al relojito con la bandera del green. Buena ironía. 
Después de unas cuantas rondas de Splendid, y birra va birra viene, rompen la silla. No le sacan una parte ni dos ni tres… le sacan cuatro. Y todo es tan confuso que estamos en la casa de Gran Hermano y echan al culpable, pero después vuelve, y pide perdón y es todo risas otra vez. Hasta que un fantasma empieza a dar vuelta los sillones del living, y las mesas del comedor, y una boluda en pedo se pone a llorar porque les tiene miedo a los espíritus. El dueño de casa sabe que lo están pelotudeando, y pide al responsable de tales actos de vandalismo que vaya al frente y diga la verdad. Pero nadie confiesa. Nunca nadie confesó. A la quinta vez que el sillón aparece dado vuelta ya no es más risas, ni llantos, porque la boluda finalmente se dio cuenta que los fantasmas no tienen ganas de ir a joder a una casa con 15 pendejos borrachos. Nadie les prestaría atención. Pero después otra borracha caliente se pone a hacer sonidos un tanto subidos de tono, y por unos segundos todos se callan para escucharla. Obvio. 
Es cualquier cosa, ya llega un punto en el que se mezclan las dos noches y los días y vas al baño y hay alguien durmiendo en el piso. Después entras a la cocina y te reciben con unos cantos judíos. Se ve que es un nuevo ritual. Y nadie lo cuestiona. O todos están muy ebrios, porque cuando abrís la puerta y todos te meten en la ronda y te cantan “jaba ajira haba” y vos los seguís con una sonrisa en la cara… bueno, digamos que llevamos la palabra “bizarro” a un nuevo nivel. 
La locura es, definitivamente, un virus contagioso. Y estamos todos infectados.

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