13.11.14

Certificado (de)...

A veces me pregunto
Si las palabras en mis oídos 
Suenan igual 
Que acá
(Y me toco el alma).

A veces pienso
Que de nada sirve
Todo esto
Y aquello
(Y esto).


Quizás aprender las lenguas del mundo
O saber pronunciarlas
Sea necesario
O suficiente
(Para algunos).

Pero quiero entender
Explicar
Aprender
Vivir
Y persigo ser yo, porque nadie quiso serlo.

No busco tener razón: quiero entender las razones.
Dormir un poco más tranquila
Sonreír con menos ingenuidad cada vez
Asentir con mayor convicción
(Ser quien me toca ser).



30.10.14

Reordenar la vida

Mis libros preferidos eran los de la editorial Panflauta. Flaquitos, venían en magenta, negro, verde o naranja según la edad, con historias distintas porque los escritores eran todos distintos. Aprendí a leer con ellos, encontré el valor de las palabras en esas páginas, los guardé en mi biblioteca durante muchos años.

Pero mi biblioteca se expande, y empiezan a ocupar lugar libros monumentales, clásicos, no tan clásicos y más. Los de Panflauta- me doy cuenta- ya no suman nada. Solo queda el recuerdo.

Duele sacarlos de su pedestal, pero tampoco encuentro el espacio para dejarlos. Mi biblioteca es quien soy, y ya no soy más la chica que recién aprende a leer. Ahora entiendo de qué se trata madurar. Les tengo cariño, pero ya no pueden tener más un rincón privilegiado ni pueden competir con los demás.

El cliché dice que tenemos que dejar ir a lo que amamos, y yo digo que hay que tener coraje para archivar en un cajón los libros que nos quedan chicos. 

29.10.14

Apología a Orfeo

Quizás lo más bello en esta vida sea lo invisible
Aquello que no podemos tocar.

Y qué ironía, que si miramos,
Lo más real sea el éter.

Todo lo que no sabemos explicar, lo que nos excede
Es magia. 

Y qué es la felicidad sino dejarla entrar en nuestras vidas
Cerrar los ojos para poder ver.

Dejar que la percusión y el sonido del viento nos erizen la piel
Que el conjunto se vuelva una simbiosis.

Perder la diferencia acústica para volver a encontrarla
Y sonreír, un poco, porque esta vida está buena.



Si. Esta vida está muy buena.  

30.9.14

Sobre talentos y valentía

Lo más lindo de escribir no es escribir.

Soy un homo-typographicus, nací para esto y moriré por esto.

La esencia está en el movimiento del alma; en lo que produce dentro de nosotros la coreografía de dedos danzantes sobre el teclado, o el ballet delicado de manos expulsando fluidos sobre el papel.

Escribir no es tal verbo; escribir es un estallido de confeti interior, un gerundio perpetuo de estar-siendo-feliz-y-cagándose-en su uso-incorrecto.

Y la importancia no reside en el orgasmo auditivo; el valor está en el ímpetu espiritual.

No interesa que esté bien articulado, o que esté bien redactado. El precio incalculable de un escrito viene dado a priori: porque nace de un corazón formado de historias, lágrimas y latidos.

 Poner en palabras una realidad interna que nos sacude, que nos desvela por las noches y nos ayuda a despertarnos por las mañanas, es un don. No nos concierne la forma: lo que siempre nos debe llegar es el contenido.


Escribir es un acto de valentía más que un acto de comunicación, y simplemente por eso debería ser precioso a los ojos de todos.

29.9.14

Destellos de una mente en formación

Julia tenía nueve años y los fuegos artificiales le daban un poco de miedo. Lo disimulaba con una gran sonrisa, pero en el fondo el corazón le latía a mil por hora cada vez que los sentía cerca. Historias sobre cómo había que tener cuidado se le habían metido y no parecían irse. Había viajado por primera vez a Estados Unidos y allá festejaban el día de la independencia el 4 de julio.

“Para ellos es re importante el día de la independencia, es como festejar Navidad o Año Nuevo”, le explicaba su mamá. Julia no entendía cómo ni por qué, pero decidió que era divertido porque era una excusa para hacer un programa de noche en familia.

A las 7 de la tarde empezaba una seguidilla de fuegos artificiales de media hora a un costado del puente que conectaba la isla con el resto del continente. A los costados, desde casi una hora antes, familias enteras se acomodaron para poder tener una buena vista del espectáculo. Guardias y policías controlaban el tráfico, a lo lejos se escuchaban festejos y música. La expectativa era cada vez más alta, y en el horizonte ya se vislumbraban unos cuantos shows de ciudades vecinas.

En realidad, Julia no podía aguantarse las ganas para ir a Disney. En ese momento lo único que le importaba- o lo único que creía importarle- era sacarse una foto con la princesa Elsa, de Frozen. Sumergida en su imaginación, tratando de memorizar lo que le diría en inglés cuando la viera, saltó en su lugar cuando los fuegos empezaron a aturdirla justo encima de ella.

Sus papás la abrazaron, uno de cada lado, y los tres juntos se dejaron hipnotizar por la magia que se desplegaba frente a su vista. Se hizo el silencio todo a su alrededor, los autos que pasaban por el puente quedaron silenciados, como en una procesión funeraria. La luz llegaba antes que el sonido, y a Julia le costaba entender eso, pero decidió guardarse la pregunta para cuando hubiera terminado. Interrumpir el ritual o apartar la vista no eran opciones.

Pasados unos veinte minutos, Julia perdió el miedo al impacto del sonido y se dejó llevar por la danza de esa dinamita multicolor. Se preguntó por qué en la Argentina nadie festejaba de esa forma el día de la independencia. Recordó todas las veces que sus papás hablaron mal de "los políticos" y que resoplaron mientras hojeaban el diario. Julia sintió que Estados Unidos era un país más serio, más influyente, más grande, más todo. Un malestar le recorrió el cuerpo; la sensación de vértigo ante tanta incertidumbre y la única convicción de que su país nunca lograría tener a tanta gente juntándose espontáneamente o por tradición para ver unos fuegos artificiales-pagados por el municipio del barrio- y que encima de todo eso no ocurriera ningún accidente. La duda la arrasó: ¿era pesimismo? ¿O madurez y cordura de aceptar las cosas como son? Entendió que la excitación de otros niños por ese festejo en realidad iba más allá del valor simbólico. La tradición, se dio cuenta, es lo más importante que hay. Ciertas cosas deben repetirse para poder seguir existiendo. Y no importa que un estadounidense llegue a su vida adulta sin saber demasiado sobre la historia de su país: lo que importa es que cuando ve la bandera rayada y con estrellas siente orgullo, aunque no sepa explicarlo. Porque es un sentimiento, y los más fuertes son los que no sabemos poner en palabras. Y un niño que será padre de familia va a ser el que lleve a sus hijos a festejar el 4 de julio 16 años más tarde y cuando ellos le pregunten qué es el 4 de julio, si es que lo hacen, él va a sonreír y les va a responder que es el momento del año en el que se celebra ser parte de algo tan lindo y tan grande.

Eso fue lo que pensó Julia, pero teniendo 9 años, le faltaron las palabras para poder decirlo en voz alta.

-"Y, ¿te gustó?", le preguntó su papá.


-"Sí"- respondió ella todavía mirando las cenizas en el cielo- "Mucho... ¿Podemos ir a tomar un helado?"

19.9.14

Máscaras de sal

Después de una serie de noches de vida y días de muerte, llegué viva al domingo. Mi boca, seca. De madera. Una rendija de luz se escapaba por la persiana, pero el resto era oscuridad. Mucha ropa descansaba en las sillas del cuarto, zapatos embarrados y medias usadas desparramados por el piso.

Me desperté con un grito y un golpe. Venía soñando con una calle sin fin, en una oscuridad y una niebla frondosa que se me acercaban más y más; y yo que quería alejarme y cuando intentaba mover los pies, no avanzaba. El grito- no sé si realmente pasó- me hizo saltar de la cama con un escalofrío. El corazón me latía más fuerte de lo normal. Mi cuerpo estaba destruido. Algo andaba muy mal.
Camino al baño, en el pasillo de casa, hay un espejo. Me paré para lavarme los dientes y equivocadamente me miré en él. No me encontré. En cambio, vi una cara que me llenó de terror, que me hizo estremecer hasta las entrañas. Volví sobre mis pasos para encontrarme con un rostro que no me pertenecía.

Permanecí unos segundos dejando que el miedo me invadiera, y cuando lo hizo, me toqué los cachetes con mis manos temblorosas. La piel que me cubría no se sentía como la mía. No era la resaca, no era el resultado de muchas noches de frenesí. Simplemente no era yo. Me clavé las uñas con fuerza en la frente, en la nariz, en la pera, en los párpados.

Corrí a la cama y miré al techo, confiando en que era un sueño engañoso y todavía me quedaba despertarme. No hubo caso: los minutos pasaban de forma real, lentos, rígidos e inexcusables. El pánico se sentía verdadero. Fui al espejo del baño, pero otra vez: una desconocida me miraba fijo a los ojos. Sentí un escalofrío correr por mi espalda. Náuseas. Mareos. Inodoro. Lágrimas y sudor frío.


Me di una ducha, porque alguien me dijo una vez que el agua lava todo lo que creemos no poder cambiar. Mi cuerpo seguía siendo el mismo, solo que mi cara era otra. Busqué las fotos del día anterior: todavía era yo a las 5 de la mañana. ¿Qué había pasado en el medio? ¿Cuándo había perdido mi cara? ¿Quién me había puesto esta horrible máscara? No sabía cómo sacármela. Y en el momento más oscuro me tapé con la almohada y lloré con congoja, y con vergüenza, porque supe que ese rostro horrendo me lo había puesto yo sola. 

5.9.14

Té para uno; té para mi

Refugiada sobre el diván pensé en vos y medio me cayó una lágrima, medio me hiciste sonreír. Todos comentan cosas en Facebook y yo también lo hago pero en el fondo quiero gritar que no sirve de nada, que lo que importa acá es tu música y lo que nos dejaste, las vidas que tocaste y cómo usaste tanto amor como puente de tantas maneras distintas, impensadas.

Mi trasgresión es procurar tenerte cuando todos quieren hacerlo. Ya sé que no se puede y que sos parte de todos pero ¿Cómo explico lo mucho que me dejaste? ¿Cómo cuento la cantidad de veces que tus canciones tristes me hicieron sentir mejor? O las muchas maneras en las que te amé, te soñé, te admiré y hasta te odié por no entenderte. Cómo me pasé la vida imaginándote. Y también todos esos momentos en los que redescubrí una canción tuya, como si fuera nueva, con mente, oídos y corazón renovados. Contame cómo le explico al mundo la genialidad de tu arte, que expresabas sentimientos a través de melodías, para después ponerle las letras, y que por eso a veces son tan inentendibles. Que mezclabas sonidos digitalmente cuando nadie llamaba a eso hacer música y hoy, veinte años más tarde, es la forma más común de producir. No se tampoco cómo contar sin vergüenza que cuando escucho tu voz busco perderme más, dejar que la tierra tiemble. 

Qué se yo, diría un millón de cosas más, pero lo que vale está todo puesto en palabras tuyas. Hace cuatro años ya que venías alejándote de la ciudad de la furia, convirtiéndote en un hombre alado. ¿Extrañas la Tierra? Porque acá te extrañamos mucho. Me tocaste el alma de maneras especiales; me susurraste al oído secretos bien guardados. La tinta no secó, y al menos en mi corazón ya no queda nada por decir: solo creer y amar. Tu música, tus letras y tu voz combinadas me hacen sentirte un poquito más cerca, aunque quizás saber que ya no estás más de la forma en que te conocía me hace querer callarme, porque en esta vida entiendo todo menos la distancia, y porque los espasmos después del adiós siempre quedan. Ayer murió lo que quedaba de esperanza, por imposible e irracional que fuera, ¿entendes? Desde ayer hablamos de tu legado en tiempo pasado, sin posibilidad de transformarse, estático, solo capaz de cambiar cuando el mundo cambie.


Pero pensándolo bien, te digo un secreto: no importa el tiempo verbal. Tu pasión del porvenir era la eternidad, y la tenes. Creeme que la tenes. No importa lo que hiciste en vida, porque en la muerte tu música sigue estando, y qué es la música sino la esencia más visible de lo que podemos llegar a ser. Te voy a amar siempre… y como vos lo dijiste, siempre es hoy. Así que no importa que nos refiramos a tu persona en lo que pasó y en lo que fue. El misterio es contradicción y hoy esa contradicción no está más. Gus, vos no te fuiste. Te quedaste aquí. 

2.9.14

Reptar

Ser la niebla más oscura posible
Y la tormenta perfecta
Que te persigue.

Ser la peor pesadilla
Que llega cuando queres un buen sueño
Pero no.

Yo repto,
Vos volá.
Yo soy
Una serpiente.

Lo que seduce
Y te lleva a donde no debes ir.
Ser eso.
¿Eso queres?

Mirate el alma.
Mirame fijo a los ojos.

Y jurame que no te gusta el peligro. 

26.8.14

Una flor amarilla

Me encontré con unos peruanos a los pies de tu tumba, y me preguntaron si era pariente tuya. “Del maestro”, se refirieron. Sonreí y negué con la cabeza. Cómo me gustaría saber mentir mejor. Pasa que me encontraron sentada con la mirada fija en tu nombre. No sé si me escuchaste, pero te estaba confesando mi amor.  

“Es un hombre muy querido, mucha gente lo visita. Y venía seguido por acá. Yo lo conocí una vez. ¡Era tan alto! Un tipo muy simpático. Pero lo vi solo una vez, hace más de 30 años…”. Eso dice un desconocido parado al lado mío. Ya olvidé en qué idioma. 

Uno de los peruanos saca un cepillito de lavar de su bolsillo y se pone a buscar algo.

-Aquí detrás de esta tumba hay un bidón.

-Bueno que me permita el señor… Ducart, que en la muerte todos compartimos todo.

Agarra el bidón y tira el agua sobre el mármol blanco. Con el cepillo se pone a limpiar los mensajes de quienes no encuentran otra forma de agradecerte: “Gracias por enseñarme a subir una escalera”, “qué es el recuerdo sino el idioma de los sentimientos”, “después de ti me he quedado en un eterno abril”, “gigante de América Rayuela de luz”.

"¿Cómo van a profanar así una tumba? Los jóvenes de hoy han perdido el respeto".

Yo solamente sonrío y asiento con la cabeza, pero en realidad le quiero decir que no importa lo que se ve desde afuera, no importa si tu tumba es horrible o si está toda escrita. Lo que importa es la esencia, el contenido, lo que representa. Lo que importan son los cronopios y las famas (o bueno las famas no tanto) y Alina Reyes y La Maga y El Club de la Serpiente y las babas del diablo y Luc y la señorita en París y Delia Mañara y el axolotl y el sillón de espaldas a la puerta mirando a la ventana y el accidente de moto que terminó boca arriba en un ritual indígena y los seis Félix elegidos en la OCLUSIOM y el oso de las cañerías y todas las instrucciones que nos dejaste sobre cómo realizar las más simples tareas.

Importa que le conté sobre vos a mi abuelo, que creía no interesarle tu locura, y se vio atrapado en ella al igual que yo, con 70 años. Lo que importa es que te conocí cuando yo tenía 15 y sentí que me pegaban un tiro en la frente cuando leí Casa Tomada.

Les saqué foto a los peruanos, ellos me sacaron foto a mí. En realidad, no tiene importancia. ¿Cuál es la gracia de tener una foto al lado de una piedra que tapa a un cadáver? Nada, no tiene ninguna gracia. Me sentí más cerca tuyo leyendo Rayuela.

No me interesa mucho quién fuiste o cómo viviste, si eras verdaderamente argentino de corazón o no. Solo me importa todo lo que nos dejaste; lo que me dejaste.  

Por ahora, a vos te dejo esto. Y allá en Montparnasse te dejé una flor amarilla cualquiera. Estoy condenada, yo me voy a morir un día para siempre, como vos. Pero mientras tanto, qué linda es esta vida con tu literatura . 

1.8.14

Sobre mi obsesión con las necrópolis

Es la solemnidad de sus calles laberínticas
O el arte de mármol inmortal.

Miles de historias encerradas entre paredes
Para siempre
Prisioneras de algún lugar.

Famosos e infames
En eterno descanso
En vecindad.

No es la muerte lo que me llama
Son las vidas
Que vivieron.

Y no es el morbo fascinante lo que me atrae
Ni una obsesión con los cuerpos inanimados.
Es la paz.

Caminar entre los olvidados
Es recordarlos
Traerlos devuelta a la vida.

Inhalar y exhalar muerte y sopor
Entre pobres diablos escondidos
Me hace sentir más viva que nunca.

Las necrópolis son ciudades abandonadas
En donde fantasmas se esconden entre mausoleos, criptas y cenotafios
Susurrándome sus secretos.

Los cementerios están construídos sobre el respeto inquebrantable
Se sostienen en la meditación más profunda 
Y guardan el más sagrado y perfecto silencio.

3.7.14

Cálculos y recálculos

Me tiembla el cuerpo como cuando en esos exámenes de matemática del colegio el resultado daba un número ridículo.
Un número que se reía de mí en mi cara, que parecía decirme "no sabes de mi ni me entendes".
Sabía que ese resultado incorrecto era tan solo el paso final al que había llegado después de una serie de elecciones.
¿Qué mala decisión arruinó todo? Ni idea. Simplemente se fueron acumulando.
Y cuando sentada en el banco de colegio me daba cuenta de esto, el terror se reía a carcajadas y corría por mi sangre, por mi ser entero. 
Miraba fijo al vacío, sin encontrar respuesta ni solución. 
No podía seguir con el examen pero tampoco podía corregir lo que estaba mal.
Solo sentía vértigo. Vértigo por estar ahí en ese momento, agujas corriendo, tiempo pisándome los talones, riéndose de mí al lado del terror y de ese número infame sin sentido.
Sabía que aprobar o no dependía enteramente de mí y de mi decisión; entonces miraba al vacío con más intensidad y unas cosquillas me recorrían la espalda. 
Me daba placer físico sentir la presión. Dejar que se metiera adentro mío como un demonio, que me electrizara hasta el último poro de la piel.
Solo después, podía volver al cálculo.
No buscaba el error, porque nunca lo encontraba. Simplemente empezaba desde cero.

Quizás vos y yo deberíamos hacer lo mismo, ¿no te parece?

13.6.14

Aparecé

Miro el punto exacto en el mapa
Quizás, en una de esas,
Apareces. 

En mi mente, todo se ve claro. 
Después pruebo cerrar los ojos
Quizás, sí lo hago con suficiente fuerza,
Apareces. 

En otra vida, el destino no fue tan cruel.
Ahora, se tiraron los dados y salió cualquier cosa.

Vos y yo
No nos tendríamos que haber conocido.

Vos y yo
No significa nada.

Vos y yo
Somos piedras en erosión.
Barras de hielo en verano.
Cajitas musicales a cuerda.

Un niño con tarea de matemática 
Que hace sumas restas y divisiones
Pero no le dan los resultados.

Una vieja de barrio
Sin compras del supermercado
Porque no llega a fin de mes. 
Eso somos. 

Vos 
Tan perfecto en mis recuerdos

Y yo
Un tren que no para en tu estación. 

7.6.14

Algo resplandece en silencio

Solo tengo dos recuerdos previos a este libro: primero, mi abuela leyéndomelo al pie de mi cama, y los dibujos de una boa abierta y una cerrada. Dos: un acto de colegio, yo disfrazada con una capa azul con estrellas en los hombros, tratando de recordar la letra en francés, y entrar en pánico porque la maestra me tenía que soplar desde atrás del telón. Lo esencial es invisible a los ojos, me dijo el zorro, repetí yo, en escena. Y seguí repitiendo hasta este día, en que volví a leer El Principito y fue como si un túnel luminoso se abriera frente a mis ojos.

Este es, para mí, el paisaje más bello y más triste del mundo. Es un paisaje distinto cada vez, pero en el fondo siempre es el mismo. Estoy tirada en una cama, un sillón, un asiento de transporte público y una lágrima se me escapa sin que llegue siquiera a pestañar.  

Solo se ve bien con el corazón. Aquel zorro tenía razón: también es la única forma de sentir lo que leemos. Hay que dejar el alma con cada lectura y con cada página. Leer por el placer de leer, no para coleccionar títulos en nuestra lista de leídos. Empieza por dejar que tu corazón te ilumine una tapa, un nombre, un autor. Uno no busca a los libros, los libros lo encuentran a uno. Me compro muchos y los tengo apilados en mi biblioteca, al alcance de mi mano, para que el día que me llamen sean unos pocos pasos los que nos separen. Como dijo un grande: Tiene que haber algo en los libros, cosas que no podemos imaginar, para hacer que una mujer permanezca en una casa que arde. 

El tiempo que tú perdiste por tu rosa es lo que hace que tu rosa sea tan importante. Eso es lo esencial, eso tenemos que entender y así calmar nuestras penas. De alguna manera, me reconforta pensarlo así. Y como dijo otro grande, el silencio no es tiempo perdido.

Gracias, Antoine de Sainte Exupéry, porque gracias a vos en mi cabeza habrá por siempre un niño que no responde cuando se le pregunta, de la misma forma que el universo permanece callado cuando le pedimos respuestas; y que al mismo tiempo hace preguntas incesantemente, igual que mi cabeza.

Hoy domestiqué otro libro. Creé un lazo con él y ahora los niños de cabellos de oro idénticos a mi hermanito son aún más agradables que antes.

Se me ocurre que quizás sea hora de volver a casa, tal como El Principito volvió a su planeta. Tengo que deshollinar mis volcanes, tengo que cuidar de mi rosa, y mirar una infinidad de atardeceres. En realidad, desde que me fui que estoy preparando mi corazón para volver. Me fui con miedo de que las cosas cambien, pero en el fondo, les cuento un secreto: quiero volver y que las cosas hayan cambiado. Me voy a las cuatro de la tarde, y hoy son las tres. Ya comienzo a ser feliz.  

30.5.14

Puro vértigo

Mordí el anzuelo
Y llegué hasta el cielo.

Tiré una piedra al aire,
Pedí un deseo:
Que esta rayuela no tenga fin.

Minutos robados y horas compartidas
Imaginarnos, para no olvidar.

Borré todo el pasado
Pero no te quiero borrar.

Eventualmente recordaré todo
Y no te voy a olvidar. 

No hay punto de retorno,
La caja ya está abierta.

Miro para atrás 
Me persigue una nube.

La meta es mi pesadilla
El camino fue mi sueño.

Estoy en caída libre
Pero el vértigo se siente bien.

28.3.14

Excesos compartidos

Un temblor blanco
Que aparece entre lo oscuro.
Eso sos.
Para mí.


El agua que se drena
Y el filtro con lo que queda
Eso me dejas.
Acá.


Un puñado de piezas de relojería
Que buscan dar la hora
Eso quiero ser.
Para vos.


Estos susurros invisibles
Que hacen cosquillas al oído.
Te comparto mis pecados
Para hacerlos más livianos.


Delirios de medianoche
Y excesos tan perfectos.
¿Su magia?
Es un secreto.

27.3.14

Haikus 4 y prólogo al respecto

En el colegio una profesora de lengua y literatura que no me quería nos hizo escribir Haikus. El Haiku es un tipo de micro- poesía japonesa compuesta por 3 versos, de 5,7 y 5 sílabas cada uno. 
En su momento hice un collage de frases de canciones y la profesora no me acusó de plagio pero si de inentendible (eran letras de Cerati). 
Ahora, por una de esas cosas del destino (que ya sabemos todos, es una perra cambiante) me sale escribir haikus en todo momento. Me caen las palabras y los versos ya separados en sílabas. 

1.
Esto es mi intento
Triste pero sincero
De redimirme. 

2.
La sed me mata
Estoy en el desierto
Veo espejísmos.

3.
No me busques más 
No te quiero en mi mundo
Me vas a encontrar.

4.
Con esta nausea
Que todo lo destruye
No hay esperanza.

5.
En mis vísceras
Siento tu regocijo
Por qué no me ves?

6.
Préstame atención.
Yo no quiero entretener:
Es pan y circo.

7.
Te quiero gritar: 
Perdete y no me busques!
Pero no me oís.

8.
Sonidos mudos
Y promesas perdidas
Hay en mis manos.

9.
Esa luz de Dios
Se filtra entre las hojas
Sólo en otoño.

10.
Y bailabamos 
No queríamos sentir
Música real.

11.
La creatividad 
Vidas falsas reales
Don imposible. 

12.
Un mar de aire 
Sensibles las ánimas
En los cajones.

13.
Sí amar es sufrir
Es necesario este
Dolor por dolor?

14.
No me jodas más
El miedo nos impulsa
A ser o no ser.

15.
Vivir sin pensar 
"Ignorancia es bendición"
Eso creías.

16.
Cubrí mi rostro
Ayer me sentí linda
Hoy me avergüenzo.

17.
Una víctima 
Eso te gustaría
Usar de excusa.

18.
Nos dimos cuenta
Lo bueno se hace esperar
No voy a hacerlo. 

25.3.14

Una milonga en mi cabeza

No sé bailar tango, nunca tomé clases y creo que si tomara haría papelones. Pero escucho el bandoneón y la piel se me eriza. Se me revuelven los intestinos y me dan ganas de moverme, de sacudir el polvo que se me acumula de tanto pensar y poco hacer.

Nunca entendí por qué todos los hombres de época tenían el mismo tono de voz. Ese bajo que vibra con cada nota, que se desgarra el alma en las palabras que pronuncia.

Mis ojos se pierden viendo piernas enredándose en otras. Esa perfección del tiempo y el espacio, milimétricamente pautada, que hipnotiza. Esa sensualidad tan sutil y esos roces tan cómplices.

El dúo por excelencia.

¿Cuánto se debe amar a una ciudad para dedicarle una canción?

Mi Buenos Aires querido… no pensé que extrañarte así fuera posible.


20.3.14

Dilemas I

Miro tu boca
(Tus ojos me intimidan)

Si me miras el alma
La siento desaparecer.

No me mires
(No quiero desaparecer)

O sí.
Y desaparecé conmigo.

Si me dejas de mirar
No sé existir.

Mirame. 
(No quiero aprender)

Y si me miras, al final cierro los ojos.
(Eterno dilema)

17.3.14

Silbidos

Escuchá.
¿Qué? ¿Venís?

Claro, para mí también.
Tus mensajes encriptados y tus canciones
Son ruido blanco.

Estas charlas tan ausentes
Esas palabras mudas.
Son significados falsos.

Tomar la ruta incorrecta
Y que se convierta en un atajo.

Elegí.
¿Te quedas? ¿O das la vuelta?

Quizás haya que morir
Para volver a nacer.

27.2.14

Desafiando al rito

Un talismán.
Y vos sabes que no es casualidad.
O no.

¿O no?

Un ritual.
Entendes, es esta tempestad.
Adentro mío.

¿O nuestro?

Un chiste.
Eso parece, estar así.
¿Con vos?


Me dejaste
Sin voz.

19.1.14

Milano 2014- El principio del principio

Hace como un mes que tengo pesadillas en las que llego a Ezeiza y me olvidé la computadora/ el teléfono/ la plata/ el tapado/ una valija/ la visa/ mis medias preferidas/ mis libros para leer. Estoy en Ezeiza sentada en el nuevo American Express Lounge y solo me olvidé de respirar despacio. ¿Bastante bien, o no?
Cuando no tenía esas pesadillas, estaba acostada en mi cama mirando el techo. El cerebro no se me apaga. Son mil preguntas y no tengo ni una respuesta, porque me estoy yendo- en todo sentido- a un mundo nuevo.
Estos últimos meses fueron caóticos y recé MUCHO para que llegara este momento. Tuve que ir al consulado 5 (cinco) veces, porque el hombre que me atendía tenía malhumor crónico y no solo me decía que me seguían faltando papeles, sino que además me trataba mal. Me hizo llorar (no exagero). Me amenazó con no darme la visa. Pero ya está, ya pasó, ya tengo la visa y salí más fea que nunca. Qué me importa.
No entiendo porque tengo tantos nervios si esto es algo lindo. No sé por qué hasta decidir qué libro llevar fue un tormento. Estoy tranquila, pero se me va a salir el corazón por la boca. ¿Es posible MORIR de los nervios? ¿Soy la única boluda a la que le pasa?
Estoy con un tapado abrigadísimo y hago escala en Miami. La gente me ve y me mira raro. Me dan ganas de ir a cada uno explicándole “pasa que después me voy a Europa. Seis meses. De intercambio. A Milán. Antes paso por España unos días a recorrer”. A nadie le importa. Los aeropuertos son millones de historias y de personas que convergen y por unas horas comparten el camino.
No lloré cuando me despedí de los que me acompañaron. Lloré cuando estaba haciendo la fila de migraciones porque me di cuenta. Ahora soy solo yo. Mis decisiones, mi vida, 100%.

 No me puedo sacar los nervios. Y ya dejé de intentarlo, porque en el fondo son nervios lindos. De esos de cuando vas a rendir un final oral para el que estudiaste mucho y los nervios te agarran porque querés que te vaya excelente. Y que al final salís triunfante con un 8, 9 o un 10 y decís “no sé para qué me puse nerviosa en primer lugar, si sabía que la iba a romper”. Esto es lo mismo. No sé para qué me pongo nerviosa, si sé que este va a ser el viaje de mi vida.