19.1.14

Milano 2014- El principio del principio

Hace como un mes que tengo pesadillas en las que llego a Ezeiza y me olvidé la computadora/ el teléfono/ la plata/ el tapado/ una valija/ la visa/ mis medias preferidas/ mis libros para leer. Estoy en Ezeiza sentada en el nuevo American Express Lounge y solo me olvidé de respirar despacio. ¿Bastante bien, o no?
Cuando no tenía esas pesadillas, estaba acostada en mi cama mirando el techo. El cerebro no se me apaga. Son mil preguntas y no tengo ni una respuesta, porque me estoy yendo- en todo sentido- a un mundo nuevo.
Estos últimos meses fueron caóticos y recé MUCHO para que llegara este momento. Tuve que ir al consulado 5 (cinco) veces, porque el hombre que me atendía tenía malhumor crónico y no solo me decía que me seguían faltando papeles, sino que además me trataba mal. Me hizo llorar (no exagero). Me amenazó con no darme la visa. Pero ya está, ya pasó, ya tengo la visa y salí más fea que nunca. Qué me importa.
No entiendo porque tengo tantos nervios si esto es algo lindo. No sé por qué hasta decidir qué libro llevar fue un tormento. Estoy tranquila, pero se me va a salir el corazón por la boca. ¿Es posible MORIR de los nervios? ¿Soy la única boluda a la que le pasa?
Estoy con un tapado abrigadísimo y hago escala en Miami. La gente me ve y me mira raro. Me dan ganas de ir a cada uno explicándole “pasa que después me voy a Europa. Seis meses. De intercambio. A Milán. Antes paso por España unos días a recorrer”. A nadie le importa. Los aeropuertos son millones de historias y de personas que convergen y por unas horas comparten el camino.
No lloré cuando me despedí de los que me acompañaron. Lloré cuando estaba haciendo la fila de migraciones porque me di cuenta. Ahora soy solo yo. Mis decisiones, mi vida, 100%.

 No me puedo sacar los nervios. Y ya dejé de intentarlo, porque en el fondo son nervios lindos. De esos de cuando vas a rendir un final oral para el que estudiaste mucho y los nervios te agarran porque querés que te vaya excelente. Y que al final salís triunfante con un 8, 9 o un 10 y decís “no sé para qué me puse nerviosa en primer lugar, si sabía que la iba a romper”. Esto es lo mismo. No sé para qué me pongo nerviosa, si sé que este va a ser el viaje de mi vida.