29.6.11

On the silent wings of writing

Ciertos días me vienen arrebatos de inspiración y siento que hasta que no escriba no voy a poder hacer nada más. Es difícil de explicar, y como ya dije, quizás quienes también escriban me entiendan mejor, pero es que escribir no es algo que pueda forzarse. 
Cuando escucho canciones con letras inexplicablemente buenas tengo alucinaciones y quiero componer, pero después me acuerdo que no se tocar la guitarra, no se tocar el piano, no se tocar ningún instrumento que sea merecedor de acompañar a una buena letra- digo esto porque la flauta dulce no me parece válida.
Después sigo con el empeño en escribir al menos algo para que después alguien le ponga música; pero al final no me queda opción más que reconocer que no tengo talento para la literatura en versos. 
Entonces me abstengo a la prosa, de cualquier tipo. Solía pensar en situaciones imaginarias, generalmente un tanto trágicas, pero después aprendí que no hay mejor forma de ensayar que haciéndolo desde lo propio. Esto lo digo porque canalizar todo lo que me pasa mediante el simple hecho de pulsar los dedos sobre el teclado me tranquiliza. Y no es un decir, porque realmente lo hace. Aunque tenga un millón de conocimientos metidos a la fuerza en la cabeza, cuando escribo es como si encontrara nuevos rincones en los que retener la información. Lo más sorprendente es que escribo de lo que sea, como me está pasando ahora, que estoy escribiendo de escribir pero en el fondo no estoy escribiendo de nada en particular. Repito: es el simple hecho de dejar fluir mis pensamientos libremente, y a medida que se van formando, ir plasmándolos.
Pero como bien dije al principio, son tan solo arrebatos. Los tiempos no son manipulables, llegan y terminan solos. Y así como hace unos minutos vino la inspiración divina, se acaba de ir. 

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