16.5.15

Términos sin sinónimos

Mi alterego me enseñó 
Que en mi vocabulario solo había sombras
Porque lastiman menos
Que la luz.

Sin referencias,
No sabía cómo hacerlo.
Así que teñí todo de negro,
Para que solo existiera el eclipse.

Y ahora el problema
Es que no se hablar de las luces:
Nadie me enseñó a hablar de felicidad
¿Cómo escribo sobre esto?

Acá estoy en el intento
Gravitando alrededor del sol. 
Como no encuentro las palabras,
Un nuevo diccionario está en proceso de elaboración.

8.5.15

"El vértigo de lo cotidiano"

Quiero tomar en mis manos esta vida, darla vuelta como un globo terráqueo, sacudirla como una bola de nieve cubierta en cristal. 

Una vez cuando tenía seis años llevé una de esas al jardín, y una compañera me la rompió. Mi maestra la tomó en sus manos, recogió los pedazos, y con una pistola de pegamento acomodó las piezas. Me la devolvió intacta, pero vacía. Sin agua ni nieve. 

Creo que soy esa bola de cristal; que en algún momento de mi vida me caí al piso y me quedé vacía.

¿Cómo hago para encontrar a alguien que me arregle; a alguien que pueda recoger todos los pedazos de mi alma que fui dejando tirados por las calles de esta ciudad, en los aviones a los que me subí, por los países que tuve la suerte de conocer? 

Las partes son infinitas, y ya rotas se vuelven a romper, se dividen y viajan por el aire como el polen de una flor. No tengo poder de decisión, las partes de mi alma no piden permiso para seguir creciendo. Lo hacen sin que yo me de cuenta.

¿Y cómo hago para hacerle entender a la mitad de mi ser que me cuesta reconocer que la solución no la tiene nadie? No puedo decírselo: no puedo asumir que la respuesta la tengo en mis manos, en esas mismas manos que sostuvieron la bola de cristal que soy.

Me gustaría poder hacer estallar mi rutina en confeti, disfrutar del vértigo de lo cotidiano, amasar las horas con el placer de un chef. 

No debería ser tan difícil, ¿pero por qué lo es?

¿Acaso no se puede?

¿O acaso no acabo de hacerlo?