1.10.12

Santa Historia


Me acuerdo como si fuera ayer de esa noche en la costa uruguaya en que hice una de las tantas preguntas que cambiaría mi vida. En aquel entonces tenía trece años, sabía poco y nada sobre la realidad que me rodeaba, y menos aún sobre el pasado que a todos nos persigue y que- tarde o temprano- nos alcanza.
Iba caminando con una amiga y con mi abuela, y no sé de qué hablábamos antes; solo recuerdo que pregunté: “-¿Qué fue la dictadura militar? ¿Por qué la gente habla siempre del tema?”. Y desde ese momento que mi cabeza repite una y otra vez el momento en que pasábamos por una heladería y mi abuela intentaba explicar, nerviosa, las causas y consecuencias de un período tan oscuro en la historia de nuestra querida Argentina. Las palabras se me entremezclan, y no logro recordar si las ideas que tengo sobre ese momento son realmente de ese momento, o si son detalles que le fui agregando yo por mi cuenta, ya de más grande. Lo que no me olvido es la voluntad de mi abuela por darme un punto de vista neutral. Dijo “ambos lados tuvieron la culpa, ninguno está exento de ella”. Mientras mi amiga hacía preguntas, yo trataba de entender cómo es posible que en un episodio semejante no hubiera un culpable. 
Ahora, quizás, con unos años más encima y muchas conversaciones al respecto con todo tipo de personas, llegué a la conclusión de que en la Argentina las cosas nunca son tan simples como asignar a un culpable y terminar con él. En un país como este, la historia es un entramado eterno de causas y efectos, una red de relaciones de poder y falta de él, un laberinto de anécdotas que hacen- o no- al imaginario colectivo de la sociedad en la que vivimos. Si la historia es difícil de entender, lo es aún más en un lugar como este. 
Quizás los argentinos estamos obsesionados con ella porque nos resulta indescifrable. Quizás soñamos con encontrar la clave que nos haga entender nuestro presente. En esa búsqueda nos encontramos a nosotros mismos, y es por eso que aunque nunca lleguemos a esa clave, el intento nunca será en vano.

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