24.9.12

Es así


Finalmente comprendía eso que suele decirse sobre la perfección en lo imperfecto. Verlo le producía unas puntadas en el centro del pecho, un repiqueteo del corazón a una velocidad límite. Y si cruzaban miradas… ni hablar.
Quizás le había costado tanto entender todas esas cosas que se dicen porque nunca lo había vivido en carne propia. Sus historias pasadas ya no interesaban a nadie, ni siquiera a ella. Se había roto la maldición del hombre sin rostro. 
Era ese cuerpo, esa alma, o esa unión entre ambos lo que le daba electricidad hasta la punta de los dedos. Alguien lo nombraba y sus sentidos se agudizaban. Sentía su voz y pensaba en poder morir en paz. Ni siquiera lo imaginaba a su lado. Con su felicidad alcanzaba. 
Al final no era tan difícil entender por qué el amor no es egoísta ni debe serlo nunca. Es una verdad que cuesta aprehender, pero una vez que se ama a alguien con tanta pasión, es una idea que se filtra en nuestro ser con la facilidad de un suspiro. 
Tal vez nunca estarían juntos. Tal vez el destino tenía otros planes para ellos. Pero no importaba nada.

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