17.9.12

¿Solo recordamos lo que nunca sucedió?


Los métodos de evasión de la realidad pueden ser muy efectivos pero a la vez muy peligrosos. Ante ciertas situaciones, la mejor opción que tenemos es crear un ambiente imaginado en el que los problemas no sean tales. O cuando pensamos en alguien, por ejemplo, que nos inventamos encuentros de película.
No hay nada mejor que escapar de lo que nos hace sufrir, o soñar acerca de eso que nos trae felicidad. Todos lo hacemos, porque es parte del ser humano, porque está en nuestro interior y no podemos ir en contra de ello. ¿Acaso nos olvidamos de lo parecidos que somos en el fondo? No debería sorprendernos. Imaginamos mundos posibles porque sin ese mirar hacia adelante nuestras vidas no tendrían sentido. Es fundamental encontrar algo por lo cual luchar; proponernos objetivos y propósitos. Y también es fundamental intentar olvidar aunque sea por un rato las cosas que nos hacen sufrir, porque pensarlas demasiado nunca es bueno. Cuando nos pase algo triste, siempre existirá la posibilidad de dormir, de hacer un viaje, de no hablarlo, de imaginar que las cosas se podrían haber dado de otra manera.
Es natural, es necesario y es inevitable. Pero no siempre es sano. Desde mi experiencia puedo decir que a veces lo mejor es dejar que las cosas sucedan de forma real, y no imaginar la situación ideal acerca de algo, porque cuando no pasa así, nos olvidamos de disfrutar la belleza del momento. Y no es que algo sea bello porque se dio de una forma que nos gustaba, sino que es bello porque es real. Es un recuerdo que existe, porque ocurrió en un tiempo y lugar precisos. No es que solo recordamos lo que nunca sucedió. Es que nos cuesta olvidar lo que nunca sucederá.

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