3.1.11

Luna

Recuerdo como si fuera ayer el día en que llegaste a la familia. Hacía ya bastante que venía yo ansiando tener un perro; hasta que mis abuelos me dieron la noticia: cuando Abu regresara de Las Grutas, te incorporarías a la familia. Poco sabía yo que ibas a ser vos, mi inigualable Lunita. Estuve como dos semanas sin parar pensando en que nombre ponerte: Lola, pero era “muy zarpado”; Lula pero era “muy difícil para decir”; y así sucesivamente. Hasta que se me ocurrió Luna. Ya se que no es el mejor nombre que podría haber elegido, pero perdoname, estaba en quinto grado y no tenía ni idea que años mas tarde me iba a arrepentir de él.
En fin, el gran día llegó. Estábamos en casa todos, incluyendo a una amiga y su mamá, y yo ya no sabía que mas hacer para distraerme y hacer que el tiempo pasara. “Cuando te divertís el tiempo pasa mas rápido…juguemos a algo”- me decía la chiqui. Pero es que no podía hacer otra cosa más que asomarme por la ventana y ver si el volkswagen country gris aparecía para estacionarse. Tocaron timbre y casi se me sale el corazón por la boca. Pero según mamá “era la pizza que había pedido”. Cuando se abrió la puerta de casa apareció mi abuelo con una sonrisa de oreja a oreja, y atrás mi mamá como reviviendo su instinto maternal mirando con amor a una cachorrita color beige del tamaño de mis manos. Empecé a gritar y saltar y automáticamente quise alzarte. Lo que sentí en esos momentos fue indescriptible, sentí que iba a tenerte para siempre, que a partir de ese día ibas a ser MI perrita y de nadie más. Desde el primer momento ya te torturaba, te subía a la bandeja para llevar comida y te daba vueltas por la casa…ya desde que te conocí entré en confianza y te usé como “conejillo de indias”.
Me acuerdo de llegar del colegio todos los días y abrir la puerta de la cocina, y que vos aparecieras corriendo, con las orejas rebotándote en los ojos y las patas resbalándote por el piso…e instantáneamente yo me tiraba al piso y vos me lamías entera la cara. Me acuerdo de estar en mi cuarto para irme a dormir y escuchar tu llanto y tus rasguños en la puerta. Me acuerdo de ir de viaje todos los años y siempre pasar por el “Petsmart” y comprarte algo. Me acuerdo de la cantidad de ropa/zapatos/barbies que me destruiste…la cantidad de veces que ensuciaste la casa…la cantidad de veces que rompiste la alfombra o que measte el sillón, y puedo seguir…Me acuerdo tu cara de consternada cada vez que sacábamos la correa para ir a pasear…digna perra habrás sido que te tirabas en el medio del pasillo y hacías fuerza para que no pudiéramos llevarte hasta la puerta…solo arrastrarte. Me acuerdo de estar en el country con vos y yo ponerme a llorar de solo imaginar que te perdería…
Toda la vida desde que estuviste conmigo me imaginé terminando el colegio y estando vos viva, acompañándome. Lamentablemente ese sueño no pudo hacerse realidad, porque te fuiste antes de lo esperado. No se en donde estarás…pero estoy segura de que ESTÁS. Porque fuiste querida por muchas personas. Y ese amor que sentimos hacia vos no fue cualquier cosa. Para mis abuelos fuiste como una hija…y en parte creo que ese fue el error, por eso les costó y les cuesta tanto saber que no estás. Pero al fin y al cabo, ¿lo disfrutamos mientras viviste o no? Obvio que si, y eso es importante.
Te quise te quiero y te voy a querer siempre Lunita. No tengo palabras para decirte cuánto influiste en mi vida. Si, ya se, sos un animal, pero de todas maneras me cambiaste y me marcaste…no solo a mi sino también a muchas personas de mi familia. Nunca me había tocado vivir la muerte de “tan cerca” y hasta a veces pienso qué estúpido debe ser extrañar tanto a un simple perro. Pero para mi fuiste mucho mas que eso. Para mi fuiste mi amiga-en cierta forma. Y aunque no me hayas podido dar consejos ni menos entender mis problemas…me hiciste feliz. Y al final, eso es lo que cuenta.

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