5.9.14

Té para uno; té para mi

Refugiada sobre el diván pensé en vos y medio me cayó una lágrima, medio me hiciste sonreír. Todos comentan cosas en Facebook y yo también lo hago pero en el fondo quiero gritar que no sirve de nada, que lo que importa acá es tu música y lo que nos dejaste, las vidas que tocaste y cómo usaste tanto amor como puente de tantas maneras distintas, impensadas.

Mi trasgresión es procurar tenerte cuando todos quieren hacerlo. Ya sé que no se puede y que sos parte de todos pero ¿Cómo explico lo mucho que me dejaste? ¿Cómo cuento la cantidad de veces que tus canciones tristes me hicieron sentir mejor? O las muchas maneras en las que te amé, te soñé, te admiré y hasta te odié por no entenderte. Cómo me pasé la vida imaginándote. Y también todos esos momentos en los que redescubrí una canción tuya, como si fuera nueva, con mente, oídos y corazón renovados. Contame cómo le explico al mundo la genialidad de tu arte, que expresabas sentimientos a través de melodías, para después ponerle las letras, y que por eso a veces son tan inentendibles. Que mezclabas sonidos digitalmente cuando nadie llamaba a eso hacer música y hoy, veinte años más tarde, es la forma más común de producir. No se tampoco cómo contar sin vergüenza que cuando escucho tu voz busco perderme más, dejar que la tierra tiemble. 

Qué se yo, diría un millón de cosas más, pero lo que vale está todo puesto en palabras tuyas. Hace cuatro años ya que venías alejándote de la ciudad de la furia, convirtiéndote en un hombre alado. ¿Extrañas la Tierra? Porque acá te extrañamos mucho. Me tocaste el alma de maneras especiales; me susurraste al oído secretos bien guardados. La tinta no secó, y al menos en mi corazón ya no queda nada por decir: solo creer y amar. Tu música, tus letras y tu voz combinadas me hacen sentirte un poquito más cerca, aunque quizás saber que ya no estás más de la forma en que te conocía me hace querer callarme, porque en esta vida entiendo todo menos la distancia, y porque los espasmos después del adiós siempre quedan. Ayer murió lo que quedaba de esperanza, por imposible e irracional que fuera, ¿entendes? Desde ayer hablamos de tu legado en tiempo pasado, sin posibilidad de transformarse, estático, solo capaz de cambiar cuando el mundo cambie.


Pero pensándolo bien, te digo un secreto: no importa el tiempo verbal. Tu pasión del porvenir era la eternidad, y la tenes. Creeme que la tenes. No importa lo que hiciste en vida, porque en la muerte tu música sigue estando, y qué es la música sino la esencia más visible de lo que podemos llegar a ser. Te voy a amar siempre… y como vos lo dijiste, siempre es hoy. Así que no importa que nos refiramos a tu persona en lo que pasó y en lo que fue. El misterio es contradicción y hoy esa contradicción no está más. Gus, vos no te fuiste. Te quedaste aquí. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario