4.7.13

Mentiras que son verdad

Lo veo en pasado y desde afuera. Con cada segundo me duele más la panza: tengo miedo. Me hago ilusiones por no querer hacerme ilusiones y al final, el cerebro me termina jugando en contra.

Es como antes. Mejor que antes. Mejor que lo que fue siempre. Afuera escucho gente gritando, pero en realidad no importa nada. Solo lo inmediato.

Me divierto y siento que la estoy pasando bien pero al mismo tiempo sufro, porque sé que voy a llegar a mi casa, me voy a tirar en la cama y voy a llorar por lo que pudo haber pasado pero que no pasó. Este es un cuento que parece no tener final.

Estoy ahí, casi que lo puedo tocar con las manos pero se desvanece en unos segundos. Es previsible pero yo soy débil.

Llego a mi casa triste y cansada, porque la historia se repite, porque quizás nunca pase lo que quiero que pase, porque hay algo que nos nubla la vista y nos hace repetir a todos una serie de mentiras dichas a la fuerza. Mentiras que por inercia ahora creemos como verdades.

Esto que me pasa es una desgracia de la que no puedo ni quiero escapar.


Es un problema sin respuesta, porque volvería a mi casa triste y cansada todas las noches que me quedan de vida, solo con tal de tener estos instantes sagrados.

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