Una sequía interminable parece extenderse por mi cerebro, desde la médula, por cada ramificación del cerebro, saliendo por los poros de la cabeza, hasta la punta de la frente. Es un desierto eterno, arena y medanos al norte, al sur, al este y al oeste... Más que el calor, es el absurdo de la nada que te rodea. Absolutamente nada que valga la pena mirar.
Cuando estoy sola y en paz, en eso se convierte mi parte creativa. En un desierto.
Esto me lleva a la inevitable conclusión de que todo no se puede. O si?
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