30.10.14

Reordenar la vida

Mis libros preferidos eran los de la editorial Panflauta. Flaquitos, venían en magenta, negro, verde o naranja según la edad, con historias distintas porque los escritores eran todos distintos. Aprendí a leer con ellos, encontré el valor de las palabras en esas páginas, los guardé en mi biblioteca durante muchos años.

Pero mi biblioteca se expande, y empiezan a ocupar lugar libros monumentales, clásicos, no tan clásicos y más. Los de Panflauta- me doy cuenta- ya no suman nada. Solo queda el recuerdo.

Duele sacarlos de su pedestal, pero tampoco encuentro el espacio para dejarlos. Mi biblioteca es quien soy, y ya no soy más la chica que recién aprende a leer. Ahora entiendo de qué se trata madurar. Les tengo cariño, pero ya no pueden tener más un rincón privilegiado ni pueden competir con los demás.

El cliché dice que tenemos que dejar ir a lo que amamos, y yo digo que hay que tener coraje para archivar en un cajón los libros que nos quedan chicos. 

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