15.2.13

Feliz San Valentín

Es un hecho.
Iba caminando por la calle con un libro en la mano y de repente me pareció TAN obvio.
Pero TAN obvio.
Y muchas personas ya deben haber escrito algo al respecto así que mi idea no es ninguna novedad.
Pero piénsenlo bien: si a todos se les ocurre, ¿no será porque en el fondo es irremediablemente cierto?
Una idea que me penetró la frente como un túnel de luz cegador y que fue como un momento Eureka inigualable.
Los libros.
San Valentín. 
LOS LIBROS!!!!!!
¿Cómo no me dí cuenta antes? 

Si voy a decir la verdad, San Valentín me parece la fecha de festejo inventada más nefasta de todas.
Totalmente discriminadora para las personas que están solteras.
¡Vayan y disfruten y consuman los que están enamorados! ¡Descuentos para ustedes!

Los que están solteros, jódanse.

Si voy a decir la verdad, puede que me lo tome un poquito personal. Porque me pareció muy fracasado ir por la calle con cinco amigas con combos de Mc Donalds mientras nos cruzabamos con parejas enamoradas, hombres con ramos de flores, y bueno, todo eso.
Aunque en realidad, pensar, escribir y encima DECIR esto en voz alta ya es lo más fracasado que puedo llegar a hacer. 

Y si voy a seguir diciendo la verdad y por ende seguir siendo una fracasada, creo solo me interesa pasar San Valentín con un buen libro.
Cuanto más meditaba al respecto y me reía para mis adentros de lo triste que suena todo,  más sentido tenía:
Podes estar con muchos al mismo tiempo.
Y sin embargo nunca te dejan.
Podes lastimarlos, podes escupirlos, pisotearlos, decir que son una mierda.
Pero ahí donde los dejaste, se quedan. Como perros fieles. 
Cada trama que haces tuya, cada personaje con el cual te identificás, cada gesto que te hace acordar a alguien más, todo lo que hay en un libro que te hace feliz, es tan real como una persona a la que amas y que te ama. 
Porque nada de eso es cierto, y personalmente nunca estuve tan demente como para terminar un libro y salir a buscar a un personaje por las calles, pero en el fondo, aunque sea un poquito… sí que es cierto. 
Tiene que ser cierto.
No importa si las vidas que nos apropiamos son de tinta y papel y no importa si cuando terminemos la última página tengamos que seguir con la vida real.
Eso es la vida real, porque más allá de todo, nos hace sentir.
Y creo que esa capacidad mágica que tienen es insuperable. 
Nos hacen sentir cosas verdaderas sobre cosas que no son verdad. 
Y discúlpenme, pero si eso no es magia entonces no sé qué lo será.
Y lo mejor de todo: al final de cada uno las cosas siempre pasan como uno quiere que pasen
Y sino, al menos tengo la satisfacción de cerrarlo y sentir que hice algo positivo con mi vida. Que invertí el tiempo de manera sana. Que aprendí. Que crecí.
Después de todas estas reflexiones subí a mi casa.
Me tiré en la cama. 
Miré mi libro. 
Le dí un beso…


No mentira, no le dí un beso, tan loca no estoy todavía. 
Pero un poquito quizás sí lo miré con cariño.
Y sonreí, porque supe que nunca más iba a odiar esta fecha.
El año que viene me encierro a leer y hago del 14 de febrero un 29.
Y con suerte terminaré quejándome de algo menos nocivo para mi salud mental, como la inexistencia de Papá Noel o lo egocéntrico que suena que Argentina tenga su propia hada de los dientes y que se llame El Ratón Pérez. 

Pero sobre eso, alguna otra vez será.

No hay comentarios:

Publicar un comentario